Jacinto Pedrozo es un hombre humilde, que vivió mucho tiempo de dedicarse al oficio de ser vigilante y luego se pasó a conductor de taxi, y para tratar de solucionar los gastos del hogar cada vez que algún aparato sufría un desperfecto él mismo lo desarmaba, lo ponía al derecho y al revés, hasta que lo hacía funcionar de nuevo.
Esa humilde sapiencia fue el punto de inflexión para que muchos años más tarde su hijo Edwin Pedrozo Peñafiel se esté codeando con las mentes más brillantes del orbe, tratando de llevar más allá de sus actuales límites el conocimiento humano sobre las leyes de la física, en particular sobre cómo funciona el mundo cuántico, el de las partículas.
“Yo siempre tuve mucha inspiración. Me parece que tener buenos mentores es lo que a uno le cambia todo el mundo. En mi caso mi papá. Fue mi inspiración y con él aprendí muchas cosas y a tener curiosidad, a hacerme muchas preguntas. A mi papá lo considero alguien muy sabio”, resaltó.
Y es que hay que tener una mente brillante para salir disparado desde muy joven del barrio La Sierrita, en la localidad Metropolitana, rumbo a dos de los gigantes del continente, donde fue recibido por su comprensión de los fenómenos naturales del mundo.
“Yo soy barranquillero, hice mi pregrado en la Universidad del Atlántico, en física, después hice mi maestría y doctorado en la Universidad de San Pablo en Brasil, y desde el 2016 estoy en Estados Unidos, comencé por el MIT (Instituto Tecnológico de Massachusetts) e hice un postdoctorado y en total estuve ocho años en el MIT, cuatro con el postdoctorado y cuatro más como investigador científico.
Desde el año pasado soy profesor de la Universidad de la Florida, que es la principal universidad del estado y una de las top 5 de todo el país. Tenemos un hub bastante grande en investigaciones”, dijo resumiendo su vida a grandes rasgos para EL HERALDO.
Ahora encabeza su propio equipo científico, se coordina con varios especialistas alrededor de todo Estados Unidos y lo que busca es la primera pista que le permita al ser humano un nuevo entendimiento del universo donde habita.

Midiendo el tiempo
Su revolucionario trabajo es la creación de un método para el reloj atómico, superpreciso, que le permitirá las mediciones más exactas nunca logradas del tiempo.
“Estoy trabajando con átomos ultrafríos: son átomos en un gas, que los colocamos en una cámara de vacío, y allí podemos enfriarlos a casi el cero absoluto, digamos que una millonésima de kelvin (medida de temperatura). Son extremadamente fríos, casi que los átomos están parados, entonces uno los puede observar, manipular los estados cuánticos de una manera más precisa, y podemos observar todo ese mundo cuántico que no es posible ver a temperatura ambiente o a escala macroscópica, a escala humana, porque los efectos cuánticos se pierden cuando el sistema crece, por eso es que nosotros no observamos la cuántica de una manera directa, pero cuando vamos a ese mundo atómico, podemos observar fenómenos que son maravillosos”, explicó.
¿Redefinir el segundo?
En el mundo de la física hay un problema, y es que la forma en la que interactúan los objetos masivos o supermasivos (planetas, estrellas, agujeros negros, etc.) es totalmente diferente, casi antagónica, a cómo se comporta el mundo cuántico (átomos, partículas, etc. ).
Es por eso que una de las preguntas que se hace Edwin es: ¿si el universo está en constante expansión desde el ‘Big-Ban’ (el momento de la creación) es posible que los átomos hayan cambiado su comportamiento y por ende la media del tiempo como la conocemos ya no es la misma?
“Con esos átomos ahí parados, podemos obtener información de la frecuencia de oscilación de los electrones dentro del átomo, entre los estados cuánticos, y eso es lo que define el tiempo, porque por ejemplo definimos un segundo como el número de veces de una transición atómica particular, cuando un electrón se mueve entre dos orbitales, en ese tiempo se da un segundo.
Es una forma arbitraria de definirlo, pero es simplemente un patrón. Entonces, la cuestión es que si podemos medir esa frecuencia de manera precisa, podemos usarla para muchas cosas. Una de ellas es preguntarnos si el tiempo cambia a medida que el universo avanza, que el universo envejece”, detalló.

Entrelazamiento cuántico
En pocas palabras, con el método de los átomos ultrafríos logró el entrelazamiento de estos, lo que le permite hacer mediciones de cientos al tiempo y sacar conclusiones más amplias y precisas.
“En mi laboratorio en el MIT, lo que desarrollamos fue el primer reloj atómico que usa entrelazamiento cuántico. El ejemplo es el siguiente: supongamos que tienes diez monedas y las lanzas. Tienes cara o sello, las dos posibilidades. Entonces, quieres hacer un histograma de cuál es la probabilidad de que caiga una o la otra. A medida que lanzas la moneda, entre más datos tengas, más exacto va a ser cómo determinas el valor más probable.
Si es una moneda que es perfectamente simétrica, entonces vas a tener 50-50 de probabilidad de cada cara. Pero tu precisión mejora a medida que tomas más datos. Entonces, ahora imagínate que lanzas una sola moneda cien veces. Es igual que lanzar cien monedas una sola vez. Tienes la misma estadística. Igual con los átomos: nosotros en vez de medir un mismo átomo muchas veces, lo que hacemos es que medimos mil átomos una sola vez y con eso tenemos una mejor información de la frecuencia”, describió.
La nueva física
La meta de Edwin y su equipo es encontrar las pistas que lo lleven a concluir cómo funciona el mundo a una escala que hasta ahora es desconocida.
“Estos sistemas cuánticos están siendo desarrollados para esa búsqueda, para buscar esa nueva física, porque si no se ha detectado es porque las señales de esos sistemas son muy pequeñas. Necesitamos sistemas cada vez más refinados, más precisos, sensores que son más sensibles a esas perturbaciones, y una de las formas que nosotros contribuimos a esto es usando las leyes de la física cuántica para mejorar esos sensores. Entonces, es lo que llamamos el sensor cuántico”, cerró.
Aunque no se sabe si su investigación llevará a una teoría que unifique los comportamientos de lo supermasivo y lo cuántico, lo cierto es que a su manera Edwin Pedroza busca una pequeña pieza del gran rompecabezas del universo, el espacio y el tiempo.
Los otros mentores
Aunque su papá fue su primer tutor, hubo otros que con el tiempo le enseñaron el camino.
“En la Universidad del Atlántico mi orientador fue el profesor Francisco Racedo, fue el que me mostró lo interesante de la ciencia, ir al laboratorio y hacer experimentos que eran divertidos. Y en San Pablo igual, teníamos un sistema genial, construimos uno de los primeros condensados de Bose-Einstein, que es un quinto estado de la materia, fue uno de los primeros realizados en Latinoamérica.
De hecho, el segundo, es una teoría de 1920. Y solamente 70 años después, se hizo el primer condensado de Bose-Einstein, fue uno de mis mentores, Wolfgang Ketterle, en 1995, y compartió el premio Nobel por ese desarrollo y definitivamente, Vladan Buletich, mi mentor en el MIT, fue mi inspiración”, dijo.