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En el municipio de Sabanalarga, Atlántico, se encuentra ubicado uno de los proyectos solares más importantes de la región Caribe: Bosques Solares de Bolívar, que no solo genera 100 megavatios de energía limpia al Sistema Interconectado Nacional (SIN), sino que además ha beneficiado a la comunidad del área de influencia en temas como mejoramiento de vías, apoyo en programas de educación, empleo, la conservación del medio ambiente y la protección del patrimonio cultural y arqueológico de la zona.

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El proyecto solar comenzó su construcción a finales de 2022 en un área de 300 hectáreas en la zona rural del municipio de Sabanalarga en inmediaciones de los corregimientos Gallego, Cascajal y la vereda Patilla, a cargo de la empresa española Negratin.

Este complejo solar que comenzó a operar a mediados del mes de julio de 2024 cuenta con más de 190 mil paneles solares bifaciales, distribuidos en cinco parques, cada uno con una capacidad de 19.9 megavatios.

Gracias a su ubicación y nivel de radiación solar, así como la gran receptividad por parte de las autoridades y de la comunidad, la zona rural de Sabanalarga fue el sitio elegido para la construcción de este importante proyecto energético.

Desde el inicio de obras, Isagen tuvo en cuenta las necesidades de la comunidad y cómo desde la empresa podían brindarle una mejor calidad de vida.

A este compromiso se sumó la conservación del ecosistema de bosque seco tropical del sector y velar por la protección del patrimonio cultural y arqueológico encontrado durante su intervención en el territorio.

En el caso de Bosques Solares de Bolívar, una vez se contó con la licencia ambiental emitida por la Autoridad Nacional de Licencias Ambientales (Anla) se inició la remoción de la cobertura vegetal. Al mismo tiempo, por estar ubicado en una zona reconocida por su riqueza arqueológica, fue necesaria la autorización por parte del Instituto Colombiano de Antropología e Historia (Icanh) de un Plan de Manejo Arqueológico con el fin de realizar una extracción controlada en los sitios donde se hallaran vestigios.

Manejo arqueológico

En Colombia, las autoridades exigen una serie de licencias y permisos para la construcción de proyectos como el complejo de generación eléctrica Bosques Solares de Bolívar. Para ello se debe contar con el Programa de Arqueología Preventiva (PAP) con el fin de proteger el patrimonio cultural y arqueológico del país.

La implementación de esta normativa busca evitar la destrucción o alteración de sitios y objetos arqueológicos que tienen un alto valor histórico y cultural.

Una vez el Icanh autoriza el plan de manejo, se encarga de definir los procedimientos a implementar. Este programa es de obligatorio cumplimiento.

Dicho programa consiste en la realización de una investigación científica que permite identificar y caracterizar los bienes y contextos arqueológicos existentes en el área de proyectos de infraestructura, que hacen parte del patrimonio arqueológico del país.

En efecto, durante la intervención del complejo eléctrico se logró el hallazgo de fragmentos arqueológicos que de acuerdo con los expertos son el producto de las actividades de los antepasados que estaban establecidos en este territorio.

Para Isagen, el estudio de estos hallazgos y el análisis del entorno le permitirá a la comunidad conocer su significado, el valor histórico, así como conocer el modo de vida de estas sociedades desaparecidas que habitaron estos territorios.

Recuperación arqueológica

Raúl Cáceres, coordinador ambiental de la gerencia de proyectos de Isagen, aseguró que en el transcurso del proyecto se logró la recuperación de más de 56 mil fragmentos cerámicos y 2.400 fragmentos líticos. Estos hallazgos son producto de actividades que realizaban en esta zona sus antepasados.

“Toda la información recopilada será de mucha importancia para la comunidad educativa y la comunidad en general para el conocimiento y protección de este patrimonio arqueológico”, señaló.

La empresa Servicios Ambientales y Geográficos (SAG) fue la encargada de acompañar a Isagen en todo el proceso de estudio, monitoreo, excavación, rescate, registro y manejo de los fragmentos arqueológicos.

Uno de los hallazgos en el proyecto fue una cerámica que presenta similitudes con otros hallazgos arqueológicos encontrados en la zona, en 1981 y 2021. Estas similitudes están enlazadas al trabajo del reconocido arqueólogo atlanticense Carlos Angulo Valdés, que denominó como ‘Tradición Malambo’ al estilo cerámico de vasijas bien elaboradas y de excelentes diseños zoomorfos.

Según sus investigaciones, se relaciona a un asentamiento prehispánico que tuvo presencia antes de Cristo. Asimismo, logró identificar conexiones entre Malambo, el Bajo Magdalena, el Bajo Orinoco y otras regiones de América.

Durante la intervención, el equipo de trabajo de SAG clasificó los hallazgos en seis categorías: cerámica, líticos, restos óseos, contextos funerarios, piezas semicompletas y fogones.

En total se recuperaron 1.252 fragmentos cerámicos que se clasificaron en 15 grupos, teniendo en cuenta atributos tecnológicos, morfológicos y estilísticos.

Por otro lado, se encontraron nueve objetos elaborados con piedra o líticos que sirvieron en la cotidianidad de las comunidades pasadas con diferentes usos como cantos rodados, que son piedras redondeadas por la erosión y el agua que se usaban como herramientas o materiales de construcción; cuchillas, usadas para el procesamiento de materiales y alimentos, y cuentas de collar, usadas para la elaboración de adornos personales, entre otros fragmentos.

Además, el personal encargado de las excavaciones también hallaron fragmentos de mano de moler y de metate, estos elementos se usaban juntos para moler granos, semillas u otros materiales.

Otro fragmento similar es el macerador, una piedra utilizada para machacar o triturar materiales. Se empleaba en procesos como la preparación de pigmentos, medicamentos o alimentos. Por último en esta categoría se encuentran las lascas o fragmentos de piedra (grandes, medianos y pequeños) que por sí misma son también herramientas.

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Arqueología en el Atlántico

Álvaro Martes Ortega, director del Museo de Antropología de la Universidad del Atlántico, explicó que los programas de arqueología preventiva tiene como fin mitigar el impacto negativo que pueden generar la construcción de los proyectos energéticos –como es el caso en el municipio de Sabanalarga–, sobre el patrimonio cultural que yace en el subsuelo colombiano.

Martes Ortega sostuvo que estos programas preventivos en el Caribe colombiano cobran una relevancia bastante alta teniendo en cuenta que era una zona intermedia entre lo que era Mesoamérica y los Andes.

De acuerdo con el arqueólogo, existe evidencia de ocupaciones tempranas de los primeros habitantes en el Caribe colombiano como los grupos Mokaná o Camajú en el Atlántico.

Señaló, además, que en la franja próxima al río Magdalena –que incluye los municipios de Malambo, Santo Tomás, Sabanalarga y sus alrededores– hay evidencia de presencia de grupos humanos que habitaron desde –más o menos– 1400 o 1500 antes de Cristo.

“Esto evidencia con lo que en su momento en la década de los 70 estudió Carlos Ángulos Valdés y definió como la cerámica tipo malamboide o cerámica malambo, la cual tiene unas particularidades muy significativas en cuanto al estilo decorativo que tienen los objetos producidos bajo esta tipología cerámica”, indicó.

Entre los elementos que se encuentran en estas excavaciones se pueden encontrar vasijas de uso doméstico de diferentes formas, de acuerdo con su utilidad, y vasijas de uso religioso que se asocian a lo que en arqueología se conoce como enterramientos secundarios. Señaló que la zona del Atlántico es rica en una multiplicidad de sitios incluyendo Baranoa, Galapa, Usiacurí y Malambo.

Ante el anuncio de la construcción de más parques solares en el Atlántico, el arqueólogo manifestó que será muy concurrente que “se sigan evidenciando este tipo de materiales que responden a la huella humana del pasado”.

Para Martes Ortega, todos estos hallazgos arqueológicos en la región son importantes porque “repercuten en el sentido de la recuperación de la memoria, de la identidad, de lo que somos como comunidades. Todo este tipo de evidencias cobran una significancia vital para poder generar procesos de revitalización que es la memoria y nuestro pasado prehispánico en este caso indígena”.

CortesíaLa empresa de Servicios Ambientales y Geográficos (SAG) fue la encargada de la excavación y recuperación del material arqueológico en el proyecto en Sabanalarga.