Solo basta el agradecimiento para que Jaime Reales se dé por bien servido. No es molestia para el joven voluntario recorrer en repetidas ocasiones la Vía 40 bajo el sofocante sol, o privarse de dormir en la comodidad de su cama por días, porque su labor en la Cruz Roja nutre el bucle pasional que descubrió cuando comenzaba a conocer el mundo.
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“Se trata de una chispa muy grande que se activa al momento de trabajar con la comunidad, los niños y los adultos mayores. Y desde que soy pequeño tengo ese don de ayudar a las personas y a los animales”, recordó Jaime.
Jaime alista su maleta a sabiendas de que los días de carnaval que se avecinan le exigen un esfuerzo titánico. Su mamá, a quien ya se le hizo costumbre no verlo con regularidad para esta temporada del año, le pregunta: ¡Ajá! ¿Y ya te vas a ir de la casa?
El moreno, erguido y de sonrisa contagiosa abandona su hogar con sus uniformes limpios (varios, porque la jornada es extensa) y conoce su hora de entrada, pero no la de salida.
“Recuerdo que cuando estaban realizando los Juegos Centroamericanos fue un caos total. Estuvimos casi 30 días, día y noche, atendiendo. Se llevaron a cabo muchos eventos y siempre llegaban personas accidentadas, pero con eso me he ido capacitando y fortaleciendo, porque aquí siempre hay algo nuevo que aprender”, manifestó Reales.
Para ser voluntario se necesita ser devoto a su labor. Y Reales lo hace sabiendo que le entrega a la institución algo que se marcha y no vuelve: su tiempo. Sin embargo, ha sido en esos instantes de ayuda humanitaria y en las satisfacciones que suscita cada atención, en donde se ha edificado su segunda familia.
Michelle Maury Ospino, como Reales, ingresó al programa de voluntariado en Cruz Roja por medio del programa educativo que tiene la entidad en algunos colegios. La joven de 22 años es enfermera jefe en los módulos de estabilización y clasificación (MEC), un espacio portátil destinado a atender a los asistentes de los eventos que cubren.
Jaime Reales, quien es muy cercano a Michelle, considera que al voluntario debe gustarle la labor; sin embargo, la joven sostiene que la base de todo es el amor.
“Yo siempre he tenido la vocación de servirles a las personas. Me ha gustado mucho ese amor o ese arte de servir a la comunidad. Y aquí, en Cruz Roja, se puede hacer”, comentó la joven enfermera.
Los voluntarios de la Cruz Roja hacen una prolongación de sus vidas en la institución: algunos funcionarios encontraron a sus parejas de toda la vida; en ocasiones, como se mencionó, duermen en catres y se bañan en las duchas de la piscina, y, cuando el turno acaba, culminan sus jornadas con extensas conversaciones en las que se forja intimidad y se fortalecen amistades duraderas.
No obstante, durante las festividades patrimoniales del carnaval cada uno está ‘al pie del cañón’, asegurando el bienestar de los asistentes en cualquier evento.
Y, efectivamente, los voluntarios de la Cruz Roja no celebran propiamente el Carnaval, pero sus corazones festejan cada ayuda brindada y cada abrazo cálido recibido.
¿Qué debe tener un voluntario?
La Cruz Roja tiene cerca de 80 años prestando servicios en el departamento del Atlántico. Décadas en las que, según su directora ejecutiva, Zuleima Radi Sagbini, siempre ha primado que sus voluntarios compartan el principio de la humanidad.
“Nuestros voluntarios son personas comprometidas y solidarias. Pero lo más importante que tenemos nosotros es esa parte humanitaria, esa lealtad para poder recibir a todas las personas que se acercan a la Cruz Roja”, detalló Radi.
Y añadió: “Es bien importante recalcar que el voluntario de la Cruz Roja es una persona que se forma y se capacita permanentemente. Y eso lo hacemos dentro de nuestra responsabilidad, porque son personas que van a estar atendiendo situaciones de emergencia y allí no puede estar una persona que no cuenta con las capacidades”.
Otro de los principios que rigen la institución son la imparcialidad, la independencia y la fuerza voluntaria para atender las situaciones de emergencias de manera oportuna y eficaz.
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A propósito de la neutralidad, José Estrada Charris, coordinador de gestión de riesgos de la Cruz Roja Colombiana Seccional Atlántico, aseguró: “Nosotros atendemos al rico y al pobre. No hacemos distinción de razas, nacionalidades. Atendemos a todos por igual, porque prevalece el ser humano ante todo. Siempre nos enfocamos en personas vulnerables, pero también en los que no lo son. Tenemos que ser imparcial en nuestro accionar humanitario”.
Tras 45 años en la institución, Estrada aún sigue sintiendo chispas al ayudar a las personas. En términos más precisos, él lo llama satisfacción.
“La satisfacción más grande que tiene uno como persona de la Cruz Roja es llegar a esas comunidades y que nos saluden y agradezcan el trabajo que uno hizo. Esa es la mejor satisfacción, y se presenta al ver la sonrisa de esas personas que pudimos ayudar”, sentenció.
Un carnaval que ya llegó
Desde el corazón de la institución alistan motores para atender y acompañar los eventos de carnaval que se aproximan.
La Cruz Roja viene cargado con más de 250 voluntarios, entre ellos socorristas, el equipo juvenil y las damas grises. Además, cuentan con tres Módulos de Estabilización y Clasificación (MEC), así como con ambulancia básica, medicalizada, vehículos de transporte de respuesta rápida, y con un vehículo, tipo camión, para transportar todos los elementos.
El servicio suele prestarse en la Batalla de Flores y las dos Gran Parada. También estarán en Baila la Calle, en donde habilitarán los MEC.
Para estos eventos masivos como el carnaval, el equipo de la Cruz Roja empieza a prepararse para esta época del año. De esta forma, con el personal médico y los auxiliares se detalla qué emergencias pueden ocurrir.
“Alguna de ellas son los golpes de calor, porque en la Batalla de Flores, sobre todo los extranjeros, siempre sufren los estragos de las inclemencias del tiempo en nuestra ciudad de Barranquilla. También está el tema de las intoxicaciones etílicas, las cuales se presentan con mucha frecuencia, y las descompensaciones que tienen los danzantes y hacedores del Carnaval”, relató Estrada.
Para el Carnaval 2024, la Cruz Roja atendió a 322 personas y trasladó a 12. Y en cuanto al flujo de personas atendidas en eventos masivos durante ese mismo año fueron 1.919 los que recibieron asistencia, y 84 se trasladaron a centros asistenciales.
Por su lado, la directora Radi agregó que otras de las preparaciones para el magno evento son los entrenamientos al personal, en los que se les capacita con primeros auxilios y soporte vital básico.
“Entonces es un proceso de planeación que hemos venido desarrollando desde principio de año, el cual no solamente consta de formación, sino de toda una logística y un andamiaje que requiere la organización de los grupos, de los equipos médicos, de nuestros equipos logísticos, de nuestros equipos de comunicaciones, nuestros vehículos, las ambulancias y todos nuestros insumos y elementos que se necesitan para estar presentes de manera responsable”, finalizó la directora.