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Un hecho de no creer ocurrió el pasado domingo en el cementerio municipal de Santo Tomás, en el departamento del Atlántico.

El celador de este campo santo tomó la decisión de cerrar con candados el recinto para tomar unas cervezas en un estadero cercano al lugar, lo que no sabía es que había dejado encerradas a tres personas allí.

Dos trabajadores del cementerio y una visitante, Carlota Maldonado, fueron las víctimas de este dantesco acontecimiento. Luego de varias horas y de mucha insistencia, el vigilante del lugar —con molestia en su rostro y una botella de cerveza en la mano— abrió las puertas.

El celador se indignó por los llamados insistentes que le hicieron estas personas e inició una discusión con estas. Después de varios minutos, decidió finalmente dejarlas salir.