Ya entrando en temas de costos, si volcamos todos a cocinar con estufas eléctricas tenemos que tener en cuenta dos cosas: el costo de la electricidad vs el costo del gas y la capacidad del país de aumentar la producción de energía para abastecer toda esa demanda creciente.
No se trata de excluir a las comunidades indígenas del proceso, pero tampoco se puede relegar a un segundo plano el conocimiento científico. El futuro de nuestros recursos naturales, la biodiversidad y el desarrollo sostenible depende de decisiones basadas en evidencia, no en creencias o presiones externas.
Cuando hablo de recursos finitos me refiero a los minerales y los combustibles fósiles, odiados por muchos, pero usados por todos incluso los mismos que lo odian, obvio, los necesitamos para producir todo lo que usamos a diario incluyendo el agua y los alimentos.
No es posible que bajo el panorama que tenemos y la experiencia que acabamos de tener en la sequía, aún estemos empecinados en ponerle llave a las únicas fuentes de energía que le dan respaldo y confiabilidad al sistema.