Lo que corresponde hacer es mejorar las capacidades del Estado en seguridad y justicia. Los ciudadanos que dicen “esto está maluco” esperan una Barranquilla donde lo cotidiano sea la tranquilidad y no la danza de la muerte. Necesitamos un Estado fortalecido en inteligencia, en materia penal, policial, en recursos tecnológicos y logísticos. Tiene que haber voluntad política para priorizar este tema.
No haber concretado ni el sometimiento de las bandas criminales ni el desarme y desmovilización del ELN, ha fomentado el narcotráfico y las luchas sangrientas entre las bandas multicrimen.
Barranquilla daría un enorme salto adelante si se planteara ser un paradigma de “ciudad esponja”. Se trata de un revolucionario propósito ecológico que choca con la visión y los intereses del poder inmobiliario.
A estas alturas, sin embargo, tenemos suficiente información para sostener que el Gobierno ha sido decepcionante en materia de transparencia pues no logró encarnar eso que Gaitán llamó la “restauración moral de la República”. Lo asombroso es el estado de negación de sus bases más radicalizadas.
El activismo de izquierda de los 70 produjo en Barranquilla un gran entusiasmo por la lectura. Un compulsivo hábito de la época era poblar los libros de glosas a lápiz o bolígrafo. De un inolvidable amigo fallecido, Víctor Caballero Villa, el famoso Guataco, recuerdo su surtida biblioteca.
El título que propone María Clara Aristizábal, sobresaliente ejecutiva de Argos, en su alegato ‘Las falacias de Horacio Brieva sobre Ciudad Mallorquín’, se me antoja hasta desconsiderado con la filosofía. Pues todas mis columnas han tenido un fundamento epistemológico, es decir, un conocimiento y unas bases conceptuales, técnicas y jurídicas obtenidas en lecturas y consultas a expertos.
“La directriz del alcalde es dialogar y rectificar lo que haya que rectificar”. El 10, antes de viajar a Nueva York, Ospino suscribió un compromiso de diálogo en medio del agitado plantón.
Sobre movilidad hemos dicho que no se conoce el estudio de tránsito con base en el cual Puerto Colombia aprobó Ciudad Mallorquín en los planes parciales.
Compartimos esa recuperación. Y, desde luego, la decisión estratégica de comunicar a Barranquilla con sus cuerpos de agua. La transformación de la ciudad pasa por ahí. Pero ese proceso tiene que incluir a las comunidades anfibias.
Desde la sociedad civil hemos hecho denuncia periodística y presentado acciones jurídicas con base en datos concluyentes, y eso ha tenido la repercusión de crear mayor conciencia pública acerca de la necesidad de tutelar la naturaleza en los procesos de planificación urbana para afrontar los desafíos del cambio climático.