Tengamos el coraje de construir entre todos, así pensemos distinto, un país con menos pobreza, inequidad y desempleo, más productividad y competitividad, más formalización y, sobre todo, una nación íntegra y en paz.
La apuesta más importante y urgente hoy y mañana, es meterle más empatía, “menos iniciativa y más acabativa” a respuestas sociales en estos frentes. Ser hoy, según el Banco Mundial, el tercer país más inequitativo del mundo, tiene que ser la prioridad de un verdadero cambio.
No se aguantan la ‘victimización’ de los líderes, ni el catastrofismo de algunos que se imaginan una nación que lleva 200 años de destrucción y muerte. Creen por el contrario en nuestra enorme dosis de resiliencia demostrada en nuestra capacidad para superar momentos difíciles, y que el camino a construir es para adelante y no para atrás.
Es indispensable poner como tema central la atracción de la inversión, y esfuerzos mancomunados en ciencia, tecnología y educación, que promuevan la innovación en Colombia, el fortalecimiento de capacidades exportadoras en PYMES y el apoyo a nuestro avance en emprendimiento tech.
Mi invitación es a que, sin olvidar los avances, hagamos un esfuerzo por identificar estrategias que nos permitan desde ahora o desde el 2026 (lo primero posible), crecer por encima del 6%. Esa es la única opción para sortear los desafíos fiscales, de inversión social, de empleo, de pobreza e inequidad que tenemos como país.
Hoy en Colombia, por ejemplo, no existe emprendedor o microempresario que no diga que esta “mamado” de tanta intervención de entidades que se han convertido en cuevas de burócratas y cadenas interminables de autorizaciones.
Mi análisis al final, es que esto responde a una mirada de la sociedad centrada casi que exclusivamente en los derechos. Según ellos hay derecho a todo: salud, educación, vivienda, etc, y da la sensación que ahora también la sociedad tiene “derecho” a que haya empresas y por ende empleos.
En materia de crecimiento, la incapacidad para construir consensos y los mensajes de incertidumbre política, nos tendrán en una cuasi-trampa de estancamiento que mostrará la peor relación inversión/PIB en la historia del país, un bajo crecimiento, menos capacidad de generación de empleo y bajo recaudo tributario.
El gobierno no quiere comprender, que el presupuesto de 523 billones es irracional e irresponsable. Es un presupuesto que mínimo no tiene fuente de recursos garantizadas por 12 billones, pero que siguiendo analistas independientes y el CARF, tiene una desfinanciación superior a 35 billones de pesos.
Es inconcebible que los costos de la burocracia estatal y las transferencias monetarias en Colombia estén creciendo al 20% promedio anual en esos tres años, cuando el crecimiento del PIB Colombia es cercano al 0%.