Sus calzadas están deterioradas, los bulevares y glorietas construidos por urbanizadores privados se encuentran descuidados y sin jardines, tampoco hay parques ni buenos campos deportivos para esa numerosa comunidad. Hay puntos con una incómoda y desagradable problemática de aguas pluviales que se ha agravado con la construcción de “La Gran Vía”.
Lo que no se comprende es por qué la gobernación no ha condicionado todas esas inversiones a que el municipio cumpla con significativos aportes en obras de infraestructura que son indispensables para resaltar a las primeras y para que se vea un equilibrio entre esas bellas obras y sus alrededores hoy en condiciones lamentables, sin parqueaderos, o tan deterioradas como la muy importante vía de Pradomar a la plaza.
Si nos unimos todos y ni uno solo paga valorización tendrían que embargar a todos los predios afectados y no recogerían un peso. Sería una gesta victoriosa y sentaríamos un precedente que hasta pasaría a la historia. Vale la pena implementar una agresiva contra-campaña para lograrlo, y así hacerles lo que se merecen.
La propuesta consistiría en que la alcaldía reparara sus calzadas y separador central incluyendo cambio de los terribles postes actuales por unos metálicos que generen más claridad al sector, y los privados financiaran la mejora de los andenes, de las fachadas y de las actuales rampas de parqueo.
Pero lo que más ha afectado a nuestra calle 72 es el abandono total por parte del Distrito, con repetidos anuncios de ampliación que nunca prosperaron. Hoy con las limitaciones financieras y el abanico de obras en ejecución en la ciudad, suponemos, y ojalá me equivoque, que durante estos 4 años de Alex, esa vía no será ampliada.
Indudablemente nuestra majestuosa catedral María Reina se engalanaría y dinamizaría luciendo la esbelta y moderna torre propuesta en pasada columna, para lo cual se requiere el apoyo de todos los católicos de la ciudad.
Son muchos los que utilizamos el muy apreciado servicio de entregas a domicilio de nuestras tiendas, negocio que requiere de sus propietarios abnegación y gran sacrificio de su tiempo, casi sin descanso, además de haber sido afectados muy negativamente con medidas del actual gobierno, como el ladinamente llamado “Impuesto Saludable”.
Si se aplica de manera correcta y justa siempre será un gana-gana para las partes y así no hay razones para rechazarla. Pero muy diferente cuando la causa es una absurdamente traída de los cabellos, como lo es por lo que pretenden cobrarnos la de la Vía Cartagena – Barranquilla y Circunvalación de la Prosperidad.
Lo anterior es lo que ha sucedido desde hace décadas y está sucediendo actualmente en la costa Caribe colombiana ante la indiferencia de los últimos gobiernos, con estocada en la presidencia de Duque cuando firmó con Air-e y Afinia los más lesivos contratos contra la población costeña.
Es bien sabido que ese proyecto consiste en organizar ese canal y sus riberas, con dos sistemas de esclusas para regular con estas el acceso de agua y sedimentos a la zona de Cartagena, de tal manera que las mismas solo se abrirían para el paso de embarcaciones que deberán pagar un peaje, así que mientras no haya tráfico fluvial, que se supone es la mayor parte del tiempo, las esclusas permanecerán cerradas, y una de estas estará ubicada en Calamar, o sea en la entrada del canal.