Con la esperanza puesta en futuras generaciones y el optimismo de renacer hacia una nueva cultura dónde la memoria común sea un arma letal contra la subversión de los valores, con hombres capaces y probos, de conducta moral y ética irreprochables, quizá entonces valga la pena comprometernos en seleccionar a nuestros representantes sin fallar en el intento.
La culpa no es de Petro es suya y mía, al final de todos, por la carencia nacional del colombiano de tener cultura política que nos impide votar consientes, libres e informados, depositado el voto solo por los mejores candidatos presidenciales.
Pésimo ejercicio de la oposición política. La oposición no ha sido efectiva, técnica y justa. Tal postura pudiera catapultar a Petro y al progresismo a ser reelegidos en 2026.
Que las elecciones presidenciales sean consideradas una estafa se justifica desde la falta de cultura política y democrática, explicación ampliamente teorizada por estudios reconocidos por su rigor a nivel científico mundial.
Elegir bien un estadista y no fallar en el intento es imperativo para los colombianos en 2026. Aunque no se avizora un estadista en la palestra actual, no debemos volver a elegir el menos malo, como tampoco movidos por el miedo y las pasiones.
Se trata de un presidente que se creía grande, pero resultó tan pequeño porque no fue capaz de interpretar el momento político histórico que lo catapultó al poder y no supo superar gobernar como era obvio de esperarse con una clase política tradicional en contra.
Se necesita un estadista que a través de políticas públicas efectivas logre el desarrollo económico sostenible de la Nación, considerado como único medio de disminuir las desigualdades de los colombianos.
No más presidentes histéricos y fabuladores sean de derecha o izquierda, definitivamente el país se merece algo mejor, reclama un presidente equilibrado en sus emociones, autocontrolado y adornado con espíritu de verdad en 2026 que propenda por la reconciliación de la Nación.
Contribuye determinantemente para tal autodestrucción, el hecho grave que, con corte a julio de la presente anualidad, tras dos años de gobierno del presidente Petro, haya tenido el imperdonable error, por no decir carencia de conocimiento gubernamental, de nombrar 37 ministros y 54 viceministros.
Lo grave de la problemática de las “malas compañías” de los presidentes de los últimos gobiernos en Colombia es que nadie imaginó que la propuesta de “cambio total” del presidente Petro tempranamente -incluso desde la campaña- se rodeó de “malas compañías”.