El Consejo de Seguridad ha entendido en algunas ocasiones que esas graves y masivas violaciones a los derechos humanos pueden constituir amenazas o quebrantamientos a la paz y la seguridad internacionales y ha aprobado intervenciones humanitarias (Somalia, antigua Yugoeslavia, Ruanda, norte de Irak y Etiopía y Eritrea).
De lo dicho se deducen varias líneas claras para América Latina. Trump retomaría con fuerza la lucha contra el narcotráfico y parece estar dispuesto a usar no solo estímulos para ello, a la manera del Plan Colombia, sino también garrote como sanciones económicas contra los gobiernos que no colaboren en el propósito. Terminará la tolerancia con la claudicación de Petro en la lucha contra el narcotráfico.
A los grupos violentos no queda sino combatirlos sin pausa y aplicarles con rigor la ley. Hay que apostar por el estado de derecho y la justicia. La paz no se hace con impunidad y beneficios para los criminales.
Dirán los lectores que estoy dando por cierto que los candidatos a derrotar por la oposición son el de Petro y Claudia. Es así, al menos ahora. Aunque a Petro no le será fácil endosar su capital político, asumo que su candidato, salvo una mayor debacle socio económica en el 25, conseguirá entre el 20 al 30% de los votos en primera.
No, no la tendrá fácil el próximo gobierno. Al revés, tendrá que enfrentar una policrisis como ningún gobierno en Colombia ha sufrido desde la segunda guerra mundial. Y tendrá que hacerlo en circunstancias económicas, políticas e institucionales muy adversas y sin tiempo para aprender o prepararse.
Sí, fue un formidable jurista, un juez prudente y sabio, un magnífico maestro, y un patriota a carta cabal. Si hubieran algunas decenas como él, el país sería otro y mucho mejor. Pero, por encima de todo, fue un hombre íntegro y bueno hasta la médula de los huesos.
Y, como es evidente que Petro no renunciará aunque debería, hay que avanzar en el juicio político contra él. Toda la operación de corrupción fue para favorecerlo. El complot criminal tiene a Petro como único beneficiario.
Si se concretara el exabrupto de retirar al país del CIADI las consecuencias serían gravísimas. La caída de la inversión extranjera, que lleva ya siete meses de descensos consecutivos, sería brutal. Y la fuga de capitales, inatajable. Ninguna empresa extranjera está dispuesta a invertir sin un mecanismo de arbitraje internacional que le de garantías de independencia y agilidad.
Vicky tendrá que ser capaz de trazar una ruta de encuentros y puentes, oportunos, prudentes y sin desdibujarse, con quienes más adelante serán sus compañeros de viaje en un proceso de unidad del centro a la derecha que es indispensable para ganar en el 2026.
Estados Unidos ha sido y sigue siendo, de lejos, el principal socio comercial de Colombia. La propuesta de Petro de renegociar el TLC entre ambos países, que después se matizó a una “revisión”, ha avanzado casi nada. Con la nueva administración gringa, mucho más dura, la “revisión” puede resultar un tiro por la culata.