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Testigos de miles de historias de amor, de soledad y el crecimiento urbano, los farolitos del Centro Histórico de Cartagena se convirtieron desde hace mucho tiempo en elementos claves y emblemáticos de la arquitectura colonial y republicana de La Heroica y el Caribe. A lo largo de la historia han iluminado las noches frescas y cálidas de una ciudad mágica que invita a disfrutar de la vida nocturna en sus calles, callejones, plazas y parques como una manera legítima y orgánica de apropiarse de manera sostenible de los espacios públicos.  Así como el Tuerto López lo hiciera con sus Zapatos Viejos, los faroles merecen también un espacio.