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La estructura de la entrada está a punto de derrumbarse. Las grietas invadieron el techo y estropearon la pintura blanca. Una lámina de aluminio cumple el papel de ventana y en el costado derecho hay filtración de agua. Ya no hay rastro humano en el Club Campestre. O más bien, para ser más precisos, ya no hay rastro árabe, solo infraestructura deteriorada que a duras penas se le parece a lo que alguna vez fue.

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El Club Campestre emergió con el propósito de crear un espacio para la comunidad árabe residente en Barranquilla; gozó de grandes reconocimientos y festividades en las que se entretejían la cultura árabe con la región Caribe colombiana, pero sus puertas cerraron ante las dificultades financieras que se agudizaron por la pandemia.

Al olvido han quedado reducidos los esfuerzos de los fundadores de este club, ubicado en el kilómetro 5 de la vía a Puerto Colombia tras aquel fatídico 28 de septiembre de 2021, cuando la Asamblea Extraordinaria de Accionistas decidió aprobar su disolución y liquidación.

Archivo/ArchivoOrquesta tocando en Club Campestre.

En principio, el Club Campestre tenía una función muy sencilla: acoger a los hijos de los inmigrantes y brindarles un espacio de encuentro y socializar su cultura. En algún momento fue un punto en común, un lugar seguro para una población que tuvo que adaptarse, a como diera lugar, a una tierra lejana y distinta a la suya.

Pero más allá de su abandono, el lugar aún suscita el recuerdo de sus años de gloria y esplendor: la celebración de las fiestas de Carnaval más importantes de la ciudad, así como la visita de reconocidos artistas internacionales y presidentes, entre otros capítulos que han marcado la historia de la ciudad.

Los antecedentes

Para comprender la consolidación del Club Campestre hay que entender los orígenes del Club Alhambra, el primer club árabe en la ciudad.

A finales del siglo XIX empezaron a surgir los clubes en Colombia. Al respecto, el historiador Dalin Miranda explicó a EL HERALDO que “estos espacios empiezan a proliferar en Barranquilla por grupos de inmigrantes que empezaron a llegar. De ahí surgió el club italiano, el Alemán, y los árabes, quienes en un principio tuvieron que adaptarse a un medio”.

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Y agregó que “ese proceso de adaptación implicó aprender el castellano y sobrevivir a una tierra que no era de ellos. La forma en la que lo hicieron fue a partir de actividades económicas, como el comercio, lo que les permitió ir consolidando capitales e incluso articularse en el poder político local”.

Una vez se consolidó la colonia árabe en la ciudad, empezaron a integrarse como “miembros de una nación que está en exilio” y así es como se da inicio al Club Alhambra en 1945.

En el libro ‘La Barranquilla Desaparecida. Imágenes y Memoria’, que fue publicado en 2018, se relata que el primer espacio de los árabes se encontraba en la carrera 54 con calle 64 en el barrio El Prado y fue fundado por 34 accionistas.

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“Su primer junta directiva estuvo integrada por Nicolás Saade, presidente; Francisco Jassir, vicepresidente; Farid Debs, segundo vicepresidente; Bichara Jaar, tesorero; William Elías, secretario, y Julio Tarud, Afif Simán, José Daccarett y Salvador Tarud, vocales”, se lee en el documento.

La decoración de dicha casona resguardaba la cultura árabe: tenía arcos, capiteles, molduras y enjutas decoradas con yeserías. Asimismo, utilizaron pisos de Pompeya para sus interiores con motivos también arabescos.

Fue allí donde iniciaron los vastos salones en los que acontecían festejos, ceremonias y bailes de carnaval. Pero el club finalmente fue demolido y liquidado, por lo que emigró su jovialidad y cultura al Club Campestre del Caribe.

Años de gloria

Afif Simán, gerente del club en el 2005, en diálogo con esta casa editorial rememoró que su tío abuelo, Simán H. Simán, le contó que Club Campestre inició cuando Elías Sales, Antonio Habib, Salomón Náder, Reinaldo Jassir, Eduardo Moisés, Abdala Saieh, Elías Saieh, Chaméis Jassir, Moisés Tarud, Teodoro Tarud y Jorge Tarud acordaron reunir recursos para comprar el lote.

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Recalcó que la decisión de continuar el legado de Alhambra nació por la numerosa comunidad árabe residente en Barranquilla.

En la investigación ‘El movimiento moderno de Barranquilla’, de Carlos Bell Lemus, se referencia que la propuesta arquitectónica del Club Campestre fue el resultado de un concurso privado en 1965, que fue ganado por la firma Arcos Ltda, del arquitecto Roberto Acosta.

El exsecretario de Cultura de Barranquilla sostiene que no tiene muchos recuerdos de su infancia en el club, pero allí celebraron su primera comunión. “Era un lugar muy bonito”, recuerda.

Cumbiamba en Club Campestre.

Sus años de gloria estuvieron colmados por la comida, el deporte y el Carnaval, durante las décadas de los 70, 80 y 90.

“Todo giraba en torno a la comida y había una oferta culinaria muy buena. El club empezó a hacer eventos de Carnaval y la comunidad participaba. Cuando tenía 18 años, me acuerdo que el Club Campestre hacía la el desfile de Cumbiamba en el 84. Así como el Country tenía el Garabato, el Campestre tenía la Cumbiamba”, narró Simán.

El desfile era una de las celebraciones más icónicas e importantes en el club, tanto, que durante su presentación lanzaban fuegos artificiales y tocaba una orquesta exclusiva para el evento. Asimismo, el club tenía capitanas de Carnaval y estaban en todas las actividades sociales de la ciudad.

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Tocaron innumerables orquestas, músicos y fue visitada por presidentes, según cuenta el gestor cultural Adlai Stevenson. Tal es el caso del concierto del grupo Menudo, que se presentó en 1983. Fue la segunda vez que realizaron presentaciones en el país.

Cabe recordar que en el 2019, dos años antes que se liquidaran, tuvo lugar un mega-concierto de Carnaval en sus instalaciones, en donde asistieron artistas internacionales como Maná y Daddy Yankee.

El club contaba con numerosas instalaciones. Tenía un terreno amplio en donde estuvo el Palladium, un salón de baile gigante, cuyo nombre fue copiado por el famoso ballroom de Nueva York de los años 50.

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En dicho espacio se podía albergar a 600 personas sentadas. Y años más tarde construyeron piscinas para niños, jóvenes y adultos, las cuales tenían toboganes y una cancha de softball, nueve de tenis, una de fútbol y una caballeriza.

Odette Yidi, ex socia del club, le dijo a este medio que el Club Campestre se convirtió –para ella y su familia– en un segundo hogar: “En la comunidad árabe realmente todos estamos conectados por alguna razón. El club era el lugar donde uno podía conocerse y compartir actividades diferentes”.

Y añadió: “llegamos a realizar exposiciones, bazares y festivales gastronómicos de la cultura árabe. Yo recuerdo al club como ese lugar donde podíamos celebrar lo árabe de una manera tranquila”.

Las Bodas de Oro de este centro cultural

En 2014, el Club Campestre celebró por lo alto sus 50 años de fundación. La velada, de acuerdo con reportes de prensa de la época, llevó por nombre ‘Celebración’, bajo la coordinación de la coreógrafa Rosanna Lignarolo. En este evento se hicieron distinciones a personajes ilustres pertenecientes al club.