Basureros a cielo abierto. En eso se convierten los 70 kilómetros de canal por donde recorren los arroyos en Barranquilla durante y después de un día lluvioso.
En dichos afluentes se ven bajar con dirección al río Magdalena desechos de diferentes tamaños y de diferente uso, tales como cajas de icopor, colchonetas, troncos de árboles, bolsas cargadas de residuos sólidos y hasta escaparates viejos, entre otros enseres domésticos.
De acuerdo con un morador del barrio Rebolo, quien no quiso revelar su nombre, admitió que es uno de los partícipes de esta práctica porque es el camino 'más fácil' que encuentra para librarse de la basura que genera en su casa.
'De vez en cuando lo hago por buscar la opción más fácil, que el arroyo se lleve la basura más rápido. Todos tenemos la mala costumbre', dijo el hombre de 45 años.
En la esquina de la calle 23 con carrera 26, el arroyo de Rebolo posee escombros, sacos, palos de madera y tierra acumulada, tras 24 horas de lluvia. Y en el borde del puente peatonal y vehicular que cruza este afluente hay una leyenda que dice 'basura es contaminación'.
Mientras que en el arroyo El Salao, a la altura de la calle 30 paralelo con la 2B, el panorama no contrasta con el anterior. Las esponjas de una colchoneta destruida y las partes de una lavadora reposan a un lado del camino por donde pasa la corriente.
Los vecinos de este sector le atribuyen la problemática a la falta de cultura ciudadana en personas que esperan la lluvia para lanzar sus desechos. 'De ahí proliferan mosquitos y malos olores, lo que provoca incomodidad en este sector', sostuvo Carmen Herrera, quien es comerciante.
Según el gerente de la Agencia Distrital de Infraestructura, Alberto Salah, los arroyos son Don Juan, Rebolo, El Salao, Malvinas y El Bosque. Por lo que toman acciones preventivas con limpiezas semanales. 'La intención es mantener el equilibrio ambiental y mitigar cualquier afectación a la ciudadanía', indicó el funcionario.
Sin embargo, las basuras no solo afectan en el cauce final, sino también en los desagües de los arroyos canalizados, que son taponados por plásticos y hojarascas.
En estos casos, Triple A interviene para labores de limpieza tras finalizar la lluvia, con 37 operarios distribuidos en la zona norte con 15, en la zona sur con 10 y en la zona centro con 12.
Esto, después de identificar los puntos más vulnerables, que suman 264 rejillas en total.
Aunque la entidad resalta que las toneladas de residuos sólidos recolectadas en las rejillas varía de acuerdo con la intensidad de la lluvia, en términos generales el valor fluctúa entre 20 y 30 toneladas por evento.
Por su parte, la Secretaría de Salud comunicó que ante estos hechos lleva a cabo campañas de prevención, principalmente en zonas residenciales aledañas a los arroyos, donde se recolectan residuos inservibles para evitar casos de dengue y leptospirosis por la proliferación de roedores y bichos.
Según cifras de la Policía Metropolitana de Barranquilla, 43 comparendos se han impuesto en lo que va de 2018 por 'arrojar cualquier objeto, sustancia, residuo, escombros, lodos, combustibles y lubricantes que alteren u obstruyan el normal funcionamiento en las redes de alcantarillado, acueducto y de aguas lluvias', de acuerdo con el numeral 13 del artículo 111 del Código de Policía.
Al infringir esta norma, se genera una sanción económica de 32 salarios mínimos diarios legales vigentes.