El fallecido periodista y escritor Germán Vargas Cantillo llamó a Humberto Aleán Urzola un sábado de 1982, a la una de la mañana para decirle que debía tomar un taxi rumbo a Cartagena. Su maestro Alejandro Obregón Rosas quería hablar con él.
Pero Aleán nunca ha sido un artista flemático, sino el arquetipo del barranquillero alegre y ‘mamador de gallo’. '¡Mira la hora que es, tú estás loco!', respondió el pintor con el bostezo ahogado y el ceño encorvado.
Ocho horas después se reunió en la casa de Obregón, en el Centro Histórico de La Heroica. Este todavía estaba tomando ron blanco con Vargas y otros amigos cuando alzó su mirada y lo avistó en la puerta.
'Si tú no me haces esa vaina, ¡estamos jodidos!', le advirtió el pintor colombo-español. 'Qué cosa?', preguntó Aleán, confundido y ansioso al mismo tiempo.
'El telón de boca del Teatro municipal Amira de la Rosa', sentenció.
Hoy se trata de una pieza excepcional dentro del colorido legado de Alejandro Obregón. La elaboración le fue encargada en 1982 por el Banco de la República para la inauguración del teatro, el cual lleva hoy once meses esperando una remodelación y pone en riesgo a la obra.
En algunos rincones de Barranquilla la quimera artística de Obregón aún posa inmutable ante el paso del tiempo, pero en otros ha sido lesionada por la desidia de los dirigentes de turno; la indiferencia del pasado cultural de la capital del Atlántico.
Particulares como el arquitecto Roberto Manzur y su esposa, Zuleima Slebi; o entidades como la Corporación Luis Eduardo Nieto Arteta o el Museo de Arte Moderno de Barranquilla, que expone desde hace 10 años la ‘Sala Obregón’, trabajan por la preservación y difusión de su legado.
En los últimos días esta cobró vigencia, con motivo del aparente hallazgo de un mural en el Hotel del Prado, hoy en proceso de recuperación.
'El maestro pintó muchos murales que hoy en día son descubiertos, ese del que se habla en el salón Magdalena del Hotel El Prado no lo conocí (…) Es difícil saber cuántas obras hay de él en las casas de Barranquilla, pero en las calles hay varias', comenta Aleán Urzola en la terraza de su palecete, como le denomina a su apartamento en el municipio de Puerto Colombia. Es un hombre pequeño, de ojos saltones y camisas coloridas que parece tener una anécdota para cada episodio de su vida. Cuando habla de Obregón no solo se refiere a él como su guía, sino como un segundo padre.
El pincelazo, el color y sobre todo la brocha son los principales rasgos que destaca de su obra, los cuales adaptó para el molde de su propio estilo.
Obras
María Eugenia Castro, directora del MAMB, afirma sentada en una de las salas de la galería que Obregón logró mostrar a través de su trabajo el Caribe y su fascinación por la naturaleza, fusionando elementos abstractos y figurativos.
Enfatiza que desde hace varios años el museo realiza la 'Ruta de Obregón', un evento en el que estudiosos y curiosos recorren a través del ‘buséfalo’ diversos puntos de Barranquilla que conservan la viveza de la obra del artista.
Un equipo periodístico de EL HERALDO hizo el recorrido, pero además visitó otros puntos donde pasan casi que inadvertidas algunas de sus obras. El primer punto obligado es el Museo de Arte Moderno de Barrranquilla, en la carrera 56 con calle 74 -22. Allí se mantienen actualmente dos cuadros del pintor: ‘El toro cóndor’, una pintura en óleo sobre lienzo que realizó en 1960, y ‘Bodegón rojo’, otro óleo con el que fue galardonado en abril de 1959 en el Primer Salón Anual de Pintura, organizado por el Centro Artístico de Barranquilla.
Castro cuenta que otras dos obras, que son propiedad del MAMB, fueron entregadas temporalmente al Museo del Caribe, en la calle 36 con carrera 46, Centro de Barranquilla. Estas son ‘Eclipse’ y ‘Resaca’. Con la segunda participó en el XIII Salón de Artistas Colombianos y el I Festival de Arte de Cali, en 1961.
Siguiendo los rastros de esta galería urbana nos encontramos con el mural ‘Simbología de Barranquilla’ en la Plaza de la Aduana, en la Vía 40 con calle 36 - 135. La obra de siete metros de altura fue realizada en 1956 por Obregón para el antiguo Banco Popular, ubicado en el Paseo Bolívar. De allí fue donada por Roberto Manzur a la Gobernación del Atlántico, que gestionó su restauración y la entregó en comodato a la Corporación Luis E. Nieto Arteta –administradora de La Aduana. Fue instalada en principio junto a la Estación del Tranvía, pero en 2015 fue movida a la esquina izquierda de la plazoleta.
Hoy también dentro de la Torre Manzur o antiguo edificio de la Caja Agraria, sobre el Paseo Bolívar, reposa el ‘Agrario’. Un enorme mural de Obregón que muestra como eje central a un toro sobre un fondo rojo, acompañado de una cabra y elementos del campo en homenaje a la reforma agraria. La obra fue restaurada por el arquitecto mexicano Rodolfo Vallín y dos colaboradores suyos. Ahora permanece cubierta con un manto blanco, mientras obreros trabajan en la restauración del edificio.
Un tercer mural es el que estaba en el antiguo Banco Ganadero, adquirido después por el español Banco Bilbao Vizcaya Argentaria (BBVA), llamado ‘Cosas del Aire’. Actualmente la edificación, propiedad de Manzur, es un centro comercial y en la pared donde estaba la obra fue puesta una réplica para conocimiento de los visitantes. El mural original fue retirado por Vallín y está guardado en el Museo del Caribe, a la espera de instalarse en una de las paredes del lobby del futuro Museo de Arte Moderno, diseñado por el arquitecto barranquillero Giancarlo Mazzanti y que estará en el Parque Cultural del Caribe.
Otras de las obras de Obregón en el Centro de la ciudad son ‘Barracuda’, que se encuentra en el vestíbulo del despacho del alcalde de Barranquilla, Alejandro Char Chaljub, en el noveno piso del edificio; y la escultura abstracta ‘El Cóndor’ en la plaza del Centro de Servicios Judiciales, antiguo Telecom.
Hacia el norte se encuentra un mural hecho en cristanac, llamado ‘Tierra, Mar y Aire’. Está plasmado en la fachada del edificio Mezhari, en la carrera 53 con calle 76. En el Bar Restaurante La Cueva, en la carrera 43 con calle 59, está el cuadro ‘La mulata’, imagen central del lugar; y en la capilla del colegio Marymount, carrera 59B con 84, está un vitral de Jesucristo hecho por Obregón en 1957 y que fue donado por un padre de familia de la institución.
Por último, y como la gran obra final de esta galería urbana, está el telón del Teatro Amira de la Rosa, denominado ‘El Hombre Caimán’. Realizado brocha a brocha por Obregón y su discípulo, Humberto Aleán.
Restauración
De vuelta en Barranquilla, desde su apartamento en el barrio Ciudad Jardín, el cordobés cuenta que este año visitó el teatro junto con Rodrigo y Silvana Obregón, hijos del fallecido artista, y observaron que el marco de hierro del telón está partiendo la tela. Que es necesario reforzar el orillo, pues de no hacerlo es posible que se desprenda el marco debido al peso de la pintura aplicada. Que la tela tiene manchas de excremento de murciélago, de óxido, polvo y algunas rasgaduras en el lienzo.
'Hay que restaurar al hombre caimán y rápido', advierte Aleán en la sala, mientras observa una foto que lo retrató a él y a su maestro trabajando sobre el telón. El recuerdo le dibuja una sonrisa.