El sonido de la corneta avisa su llegada. El humo que sale de la olla te atrapa con su aroma. Tanto, que se te hace agua la boca. El primer sorbo te calienta por completo la garganta y aunque a veces, la lengua se puede quemar un poco, el sabor a maíz endulzado con leche y azúcar te hace saborear hasta la última gota.
El peto, bebida tradicional de la Región Caribe, nombrada y llevada en ollas metálicas de sancocho o cilíndricas por los vendedores ambulantes que recorren las calles de la Costa en triciclos y en varios casos a pie, tiene su propia calle en Barranquilla.
La zona de la bebida espesa a base de maíz blanco y cocido, está ubicada en la calle 60 con carrera 9K, en el barrio El Bosque.
Dos casas de este popular barrio de Barranquilla se encargan de preparar el líquido caliente que también se le puede agregar leche condensada, queso y esencia de coco.
Experiencia incansable
Manuel Vidal, es uno de los pioneros en la llegada del peto a Barranquilla. Su casa de color amarillo en su frente y rosado en su interior, alberga una de las dos sedes donde se hace la bebida caliente de lunes a sábado desde las 7 de la mañana hasta las 3 de la tarde.
Vidal le mostró a EL HERALDO como se cocina el peto en su casa durante 8 horas con cinco etapas de preparación, para obtener 144 litros de la bebida. (Ver fotos)
El hombre relató que empezó en este negocio hace 18 años, los mismos que tiene viviendo en Barranquilla. Vidal llegó procedente desde el municipio de Lorica, en Córdoba. Cuenta que se vino con un primo que fue quien le enseñó a preparar el peto y con él lo vendía en las calles de la capital del Atlántico.
'Él se fue para Venezuela después de un tiempo cuando llegamos a Barranquilla. A partir de eso me encargué del negocio', recordó el hombre de piel trigueña, mientras varios pollitos en una jaula en la sala de su casa gritaban.
Afirmó que desde esa época arrancó con tres trabajadores a su cargo y su microempresa fue evolucionando aceleradamente. Actualmente, tiene a su cargo 9 vendedores entre jóvenes y adultos, que salen a pedalear por los barrios de Barranquilla en la búsqueda de clientes que le compren un vaso de $600 o $1.000.
Su experiencia es innegable. Y así lo demuestra mientras coloca a cocinar el maíz blanco por 6 horas en una olla de sancocho. Señaló que a sus trabajadores les cobra una tarifa dependiendo los cucharones que se les eché a su recipiente metálico.
Este cucharón es hecho con un palo de escoba que va incrustado en una oreja de un caldero de acero inoxidable, que puede llenarse con 3 litros de peto. Cada cucharada a tope es cobrada a $7.000, es decir, que la cantidad pedida por el vendedor para su recorrido es la cuota que debe cancelar. 'El resto que vendan es ganancia', indicó el hombre de 52 años.
Vidal les entrega a sus vendedores los triciclos, que tienen incorporados una caja rectangular de madera, un anafe circular, el carbón, los vasos y la corneta tradicional.
Él, al igual que sus empleados, sale a recorrer los barrios La Victoria, La Alboraya, La Magdalena y El Tayrona. 'Diariamente me estoy ganando $70.000 con los cinco cucharones diarios que equivalen a 15 litros peto', expresó que sale a pedalear desde las 4 de la tarde hasta las 9 de la noche dependiendo la hora la que termine de vender todo el peto.
De acuerdo con los cálculos del vendedor de peto, diariamente está preparando 48 cucharones de peto, ósea que al hacer la multiplicación por la cantidad de peto que trae uno de estos calderos (3 litros), lo que da como resultado 144 litros.