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'Una patilla de esas grandes, jugosas, baratas, ¿quién no se las lleva?', se pregunta Yury Barajas, rodeada de más de 1.500 unidades de la fruta. A su bodega llegaron 3.000 patillas y en menos de tres días se han vendido la mitad. En cada esquina del mercado público de Barranquillita, al centro de la ciudad, un vendedor de patillazo celebra su buen rato. Solo algo puede estar pasando: ha llegado la temporada.

Para esta época, los tamaños son más generosos, el sabor es más dulce, el precio más ‘bacano’. La enorme de concha verde y pulpa roja, de unos 10 kilos, que se vendía antes a $10.000 en promedio, ahora se consigue en $5.000. Es decir, a mitad de precio. 'Todos ganan', dice Baraja.

Al corazón del mercado llegan decenas de camiones cargados de la más apetecida por su economía. Arriban desde pequeños y grandes pueblos de los Llanos Orientales, así como de departamentos de la Costa, principalmente Magdalena, César y Bolívar. Su semilla, la Santa Amelia, germina también en diferentes las tierras municipios del Meta, como San Martín y Granada.

Se le llama sandía, síndria, aguamelón o melón de agua. Cada dos o tres días llegan entre dos y tres toneladas a la Gran Central de Abastos del Caribe, Granabastos. 'Todos los productores se pusieron de acuerdo para mandar una chicha de patillas y no sabemos ni dónde ponerlas', cuenta Barajas.