Con tambores y el ritual del lumbalú, San Basilio de Palenque despidió a uno de sus patriarcas, el nonagenario Francisco Cañate Cáceres, conocido popularmente como 'Sikito', venerable curandero de la comarca, compositor prolífico y cantante de bullerengues.
Cristina Lombana, especialista en arte, comunicación y cultura, conocedora de la vida de Palenque, dijo que con la muerte de 'Sikito', San Basilio 'no será el mismo'.
Y agregó: 'Él era un hombre sabio en sus conocimientos de medicina tradicional, grande en la construcción de versos, por sus melodías compuestas y cantadas con alegría y energía. Palenque va a extrañar, sobre todo, es al consejero, al hombre anciano y sabedor que supo guiar a muchos en momentos difíciles, en situaciones personales que requerían una orientación. Dicen que él curaba el mal de amor'.
Era considerado uno de los hijos ilustres de Palenque, por su legado y por ser portador vivo del Patrimonio Oral e Inmaterial palenquero. Francisco Cañate Herrera, 'Sikito' se destacó por sus conocimientos en medicina, música, cuentos, bailes y gastronomía.
En el 2010 el Festival de Tambores de Palenque, que se celebra a finales de año, se hizo en su honor. Se le rindió tributo por el portento cultural y musical que representaba, de una estirpe de herederos de los africanos cimarrones que hoy son reconocidos en el mundo por haber fundado el primer pueblo libre de América, al rebelarse de los españoles y crear una comarca lejos de sus dominios en Cartagena.
En su marcha fúnebre hasta el cementerio, lo acompañó el conocido personaje de Palenque, 'Señor Panamá, cantante, compositor y voceador de los sucesos notorios del pueblos y de los productos que en él se venden.
'Señor Panamá', casi invidente, recorría las calles apoyado de un bastón, informando de viva voz sobre la muerte de algún conocido, o pregonando informes sobre la venta de carne fresca en tal o cual vecindad; o revelando la llegada de pescado en determinada tienda.
En el sepelio de su amigo 'Sikito', 'Señor Panamá' canto en voz alta una de sus composiciones como parte del ritual del lumbalú, en el camino a la última morada.
Fue una despedida conmovedora. Palenque lloró la partida de quien en sus casi cien años le compuso a la vida y con su sabiduría de campesino bueno sanó no solo afecciones o dolencias físicas, sino que con sus plantas y su palabra curó corazones enfermos de amor. Fue un testimonio vivo de Palenque y la memoria de casi un siglo de esta comunidad que parece detenida en el tiempo.
Florentino Estrada Valdés, también curandero del pueblo y amigo de 'Sikito', dijo que lo recuerda como un hombre que sabía mucho, que siempre estaba alegre y que a pesar de los años solía recordar sus hazañas y pesares.