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La Popa tiene una elevación de 150 metros sobre el nivel del mar, que sirve para estabilizar el clima de Cartagena porque corta los vientos alisios que vienen del sur.

Se estima que en ella habitan entre 80 y 100 mil personas; han sido deforestadas más de 100 hectáreas, de las 500 que conforman sus laderas y hay asentamientos humanos en más de la sexta parte de esta elevación llena de historias y leyendas. Unos 20 sectores o barrios crecieron en las faldas y pie del cerro.

La población en su mayoría es de escaso recursos. La Policía estima que del 30% al 40% de las pandillas juveniles de la ciudad están en los sectores del cerro. En toda Cartagena hay unas 60 bandas de adolescentes o jóvenes en riesgo.

En el 2013 el número de pandillas en el Distrito era de 62 y las integraban aprox imadamente 1.200 jóvenes que oscilan entre los 13 y 26 años de edad. En el 2014 el alcalde Dionisio Vélez habló de 82 pandillas, de las que hacían parte 1.600 jóvenes y este año dijo que hubo una reducción de 31.

La destrucción de la vegetación nativa y del bosque seco tropical para construir ilegalmente empezó entre 1986 y el 2000.

En su mayoría por desplazados de la violencia que llegaron buscando un techo donde acampar con los suyos. Muchos lo hicieron en zonas de alto riesgo.

El cerro tiene una localización privilegiada debido a su centralidad. Se encuentra en inmejorables condiciones de proximidad y conectividad con los centros de empleo y servicios de la ciudad, concentrados en el norte y conectados con el resto de Cartagena por la Avenida Pedro de Heredia, como lo revela un estudio del Grupo Estudios Urbanos, que en el 2010 realizó un macroproyecto para la recuperación integral de La Popa.