EL CARMEN DE BOLÍVAR. El campesino Nicanor Márquez, de la vereda Hato Nuevo, en la baja montaña de la subregión de los Montes de María, jurisdicción de El Carmen de Bolívar, hace un mes empacó sus pocas ropas y, con la mirada vencida, le dijo a su mujer y su madre: 'Por aquí no hay nada qué hacer. Todo se echó a perder'.
Abandonó el campo como si perdiera la fe, como dice la canción de Joe Arroyo, y se fue para Santa Marta. 'Ahora allá ‘tira mezcla’ para medio vivir', cuenta su hermano.
Miro Elena Morales, de 37 años, de la vereda Los Tamarindos, dejó el monte, tras 20 años de cultivar esta tierra generosa, ante la hambruna reinante por los estragos del Fenómeno del Niño en la zona media de la montaña.
Ahora trabaja de doméstica en una vivienda del área urbana de El Carmen, en jornadas diarias de 6:50 de la mañana a 2:30 de la tarde, para poder sacar adelante a sus hijos.
El verano implacable de los últimos años no solo acabó con su vida de cultivadora de tabaco, maíz, ñame, yuca y patillas, sino que desintegró su hogar.
Su marido tuvo que irse para el caserío de Villa María, a vivir en una casa de bahareque. Como si no fuera poco el castigo de la falta de lluvias, a Miro Elena y a su esposo le quemaron el rancho de Los Tamarindo. No saben las razones de este ataque que la dejó en la calle. Unos hombres llegaron y le prendieron fuego.
Un censo realizado por la Mesa de Víctimas de El Carmen indica que desde finales del 2013, por cuenta de la sequía creciente que azota a la región, se acabaron los cultivos de más de 112 poblados que afectaron a 7.108 familias, y que suman 35 mil 600 personas, de las veredas y corregimientos de la alta, media y baja de El Carmen. El informe agrega que 108 familias han tenido que desplazarse a casas de amigos y familias.
Informes oficiales
La Defensoría del Pueblo entregó un informe en el que alerta sobre el desplazamiento de 313 personas pertenecientes a 92 familias de 19 comunidades de Bolívar que dejaron el campo por la crisis alimentaria que azota a la región. Lea también: El Carmen acoge el primer caso de desplazados por la sequía.
Muchos repiten desplazamiento, como la familia Márquez Herrera que huyó despavorida cuando en el 2000 los paramilitares asesinaron a 8 vecinos de la vereda Hato Nuevo.
Ahora la tierra hirviente y estéril por causa del Fenómeno del Niño, que acabó con sus pocas hectáreas sembradas, evaporó el agua del arroyo Alférez y tiene moribundo a un solitario pozo que ya 'no puede más con su agua', ha hecho que varios de sus integrantes busquen oportunidades en otras ciudades de la Costa, 'porque en El Carmen no hay trabajo para ellos', como dice Yolanda Herrera, la matrona de esta familia.
En las calurosas instalaciones donde funciona la Mesa de Víctimas de El Carmen llegan día tras días unos 50 campesinos desesperados a exponer su tragedia. Hablan de la muerte de los perros, de las gallinas, de los cerdos, que el calor incesante les provoca enfermedades. Cuentan que los animales botan sangre por la boca, que se ponen delgados.
Los labriegos se sienten abandonados y claman porque 'el Gobierno haga algo por nosotros'.
Para tomar agua, muchos madrugan y caminan hasta dos horas para llegar hasta un pozo a sacar unas cuantas latas y no morir de sed.
A las oficinas de la Mesa de Víctima vienen de todas partes. De las veredas de Tierra Grata, Caracolí, Masinguí, El Hobo, Santa Fe, Caño Negro, El Socorro, El Giro del Diablo, La Pava, El Bledo, Los Palmitos y Verdún, entre otros.
Muchos son retornados, tras dejar sus tierras por la guerra que se libró en esta zona.
Miro Elena, que dejó su rancho en Los Tamarindos por la falta de agua y comida, reconoce que 'la necesidad es grande en los montes', pero no se resigna a seguir siendo empleada doméstica. Quiere regresar a hacer lo suyo, a trabajar la tierra.
En el fondo de su corazón confía en que las lluvias aparezcan en abril. Que el cielo se compadezca de ella y todos los que se vinieron y andan por ahí en casas de sus familiares en El Carmen, y por fin las aguas fecunden los cultivos que aspira a empezar a sembrar en las próximas semanas.
El director de la Unidad de Víctimas de El Carmen, Edgardo Flórez, dice que la situación es crítica y que los gobiernos municipal, departamental y nacional, desde hace más de dos años, han sido negligentes y han abandonado a cientos de familias que están siendo abocadas a dejar lo que creyeron recuperar después del conflicto armado.
'La afectación es de tal magnitud que la sequía acabó con casi todos los cultivos y reservorios de aguas en las comunidades', dijo el dirigente.