Compartir:

Demoró dos horas y media metida en una chalupa, a pleno sol, hasta desembarcar en el puerto fluvial de Magangué. De allí tomó una camioneta tipo van, de servicio público, y tras cuatro horas de viaje en carretera, llegó a Cartagena para sentarse en la flamante oficina refrigerada del gobernador Dumek Turbay, quien la invitó para oírla hablar de su pueblo, Tiquisio, sur de Bolívar.

Michell Rico Mercado tiene 14 años y sueña con ser la alcaldesa de su municipio. De ahí nadie la baja. Primero, sin embargo, quiere ser la Personera de su colegio, la Institución Educativa de Puerto Rico, en Tiquisio.

Vive en un poblado que sufrió, y sigue sufriendo, los horrores de la guerra. Ya con menos intensidad, pero igual de latente. No puede borrar de su mente la suerte de un amigo de colegio. El muchacho, aburrido por la pobreza, por la falta de profesores en su colegio y unas instalaciones escolares venidas a menos, decidió un buen día irse para las minas de oro y ganarse la vida 'baharequeando', como otros tantos lo hicieron.

Camino a su nuevo destino, el joven pisó una mina antipersonal, sembrada por los grupos al margen de la ley. Su pierna voló en mil pedazos y hasta ahí llegó la ilusión de aquel compañero de colegio.

Michell es una diminuta estudiante de décimo grado. Nació en el Urabá antioqueño, pero desde un año de edad fue traída por sus padres a Tiquisio. Encabezó la semana pasada una protesta para reclamar de los gobernantes una buena educación, completa y en condiciones dignas, para ella y para sus compañeros.

Su protesta llegó a oídos del gobernador Turbay, quien la invitó, al igual que a los líderes de los padres de familia de esta institución, a una reunión en su despacho para tratar el tema de la falta de educadores en Tiquisio.

Michell la semana pasada organizó a sus amigos de colegio. Les explicó que no podían seguir soportando esta situación que, desde el año pasado, tenía prácticamente paralizada la educación en el plantel, de más de 2.000 estudiantes.

Los convocó a reuniones y fue clara en decirles que quería a gente animada, con ganas de exigir sus derechos a una educación digna y completa. No a medias, como la estaban recibiendo. Entonces recogió algunas cartulinas y escribió mensajes de protesta. A mediados de la semana pasada, ella y decenas de estudiantes y padres de familia del colegio realizaron una marcha por las principales calles del poblado.

Después de la marcha, siguió Michell liderando las manifestaciones con tomas al colegio. Habló a sus compañeros para participar en el paro estudiantil. Recordó que no solo se requieren más educadores, sino también condiciones locativas plenas.

La adolescente, además de organizar a los estudiantes y concientizarlos de que no podían quedarse callados, porque terminarían mal preparados para enfrentar su futuro, habló con los medios de comunicación en Cartagena y les expresó lo que se vivía en Tiquisio.

El gobernador Turbay se enteró de los reclamos de la niña y por eso la hizo venir para comprometerse con el nombramiento completo de la planta educativa de su institución. Ya nombraron a 15 profesores, pero aún faltan 6, que, según el mandatario, llegarán en los próximos días.

Michell aprovechó para contar la historia de su poblado. Le dijo al Gobernador que quería que fuera para se percatara de las condiciones del colegio. Del restaurante escolar abandonado y en malas condiciones donde los niños reciben la alimentación. Le contó que ella no puede soportar cómo muchas de sus amiguitas van a clases sin un bocado en el estómago.

También le refirió cómo muchos de sus amigos se retiran por la pobreza que los embarga. Se van a las minas ilegales para obtener algo de dinero para sus familias.

A Michell, ante el Gobernador, no le tembló la voz un instante. Y sonrió cuando logró que este le confirmara que en junio va a Tiquisio para llevar 'buenas noticias', como un proyecto de refacción de la escuela e inversión para su banda de música.

La niña que sueña ser la alcaldesa de su municipio se va para Tiquisio con las ilusiones de que esta vez sí le van cumplir. Y que no pase, como otras tantas, según contó, 'que llegan de allá lejos y prometen y prometen y nunca vuelven, ni cumplen su palabra'.