Al menos 30 gavilanes criollos, de plumaje café y cabeza blanca, murieron por signos aparentes de intoxicación, entre la tarde del domingo y la mañana de ayer, en el Parque de La Marina, dentro de la ciudad colonial.
Además de las aves muertas, otras 13 de estas permanecen en estado agonizante. Sin fuerzas para emprender vuelo, tras ser halladas amontonadas debajo de un árbol frondoso del parque, fueron enviadas a una clínica veterinaria para ser tratadas por especialistas.
María Angélica García, directora del Establecimiento Público Ambiental (EPA), se refirió a la situación de los gavilanes y dijo que se inició una investigación.
'Se presume, por la indagación que ha hecho el veterinario, que se trata de una ingesta de organofosforados. Ellos se alimentaron de una bolsa que se encontraba en el lugar que, al parecer, estaba contaminada. Cerca de 13 gavilanes enfermos fueron llevados hoy (ayer) al veterinario y esperamos que su recuperación sea exitosa', dijo García.
El docente de química, Alfonso Lara explicó que un compuesto organofosforado es una sustancia degradable y, principalmente, tiene uso en el control de plagas en el ambiente. Por eso no descartó un envenenamiento a propósito 'de alguien que quisiera deshacerse de las aves'.
El cuidador de carros Santiago Arroyo, quien dice que lleva alrededor de 30 años trabajando en la zona, dice que descansó durante el fin de semana y se sorprendió cuando llegó al lugar y vio tantas aves muertas amontonadas.
'Esos gavilanes estaban bien. Desde hace rato uno los veía por ahí cazando cualquier animalito para llenarse el buche y resulta muy raro lo que está pasando. Es una lástima porque esas aves no se meten con nadie', dijo Arroyo.
En diálogo con EL HERALDO, la bióloga Pilar Vásquez, egresada de la Universidad de los Andes, dijo que este tipo de aves de carroña, aunque silvestres, se adaptan con 'cierta facilidad' a la dinámica de las ciudades y se instalan en lugares con algún tipo de vegetación.
En Cartagena, en algunos casos, también se ubican en zonas con árboles frondosos o en las cúpulas de iglesias o azoteas de edificaciones.
Sostiene que, mientras no se conviertan en amenaza para las estructuras o seres humanos, su 'supervivencia es normal'.
Sobre su permanencia en el cordón amurallado se maneja la hipótesis de que quizá llegaron en condición migratoria y algunas se quedaron. Mientras que también es factible que se hubieran escapado de lugares en cautiverio e iniciaron su reproducción en el Parque de La Marina.
Para la veterinaria Íngrid Hernández, es primordial que se aclare si las aves consumieron alimentos envenenados porque, según su concepto, otras especies como la tradicional Mariamulata también podrían verse afectadas sin consumen la misma comida.