El 31 de octubre de 2015, a las 2:30 de la tarde, Iron Man llegó a Cartagena luego de haber tomado la decisión de salir de Venezuela ante la difícil situación que vivía en la hermana República.
No es exactamente Tony Stark, el personaje del cómic de Marvel, quien llegaba a la Ciudad Heroica, sino Jeremy Hernández Soto, un joven venezolano de 24 años quien se gana la vida personificando al reconocido Hombre de Hierro y junto con su compañero, conocido como Máquina de Guerra, recorre las calles y plazas de Cartagena rebuscándose el sustento diario a fuerza de voluntad y de uno que otro visitante desprevenido que admira la fortaleza de este maracucho.
Desde hace dos años se dispuso a salir de su Maracaibo natal en procura de lograr encontrar mejores condiciones de vida en otra parte del mundo. Contrario al personaje que representa, Jeremy Hernández no es multimillonario, playboy, genio ni filántropo y, esforzándose y trabajando duro, como vigilante, se hizo a unos ahorros con los que emprendió la aventura junto con otros cuatro amigos más quienes también se ganan la vida disfrazándose de reconocidos protagonistas de películas de Hollywood.
Este superhéroe venezolano salió volando de Venezuela en un bus que lo trajo por la frontera de La Guajira, recorriendo Paraguachón, Maicao, y desde allí, a Riohacha, Albania, La Jagua del Pilar, cruzando casi toda la costa norte colombiana.
Al interior de una gran maleta negra deteriorada por el paso de los años, Jeremy traía la ilusión de su vida materializada en dos disfraces con los que pretendía comenzar a trabajar fuertemente en Colombia para enviar algo de dinero a su familia en Venezuela.
En Santa Marta se detuvieron pero el ambiente no le pareció pues en su mente tenía claro que quería llegar a Cartagena, toda vez que le habían hablado bien y le habían sugerido el Corralito de Piedra por la cantidad de turistas que llegan semana tras semana. Sus otros tres amigos tomaron destinos distintos y salieron con rumbo al interior del país.