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Fiel a su estilo jovial y bromista, el papa Francisco dijo a la salida de la casa de Lorenza Pérez, en el barrio San Francisco, que 'me dieron un puño' ante la insistente pregunta de los reporteros apostados a la puerta de la casa de la líder comunitaria afrocolombiana a la que el Sumo Pontífice fue a visitar.

'Estoy bien, me dieron un puño', dijo de forma fugaz mientras esbozaba una sonrisa que desactivó cualquier especulación sobre el estado de salud del jefe del Vaticano, quien se golpeó con la estructura del papamóvil cuando intentó sacar la cabeza en momentos cuando la multitud estrechó el recorrido del automotor.

Se supo que fue en casa de Lorenza donde el papa recibió una atención médica de mayor detalle de parte de los miembros de la gendarmería que lo asisten en su seguridad personal.

Allí le fue lavada la muceta que se manchó con la sangre de Francisco a quien se le abrió una pequeña brecha en su arco superciliar izquierdo y una hinchazón en el pómulo del mismo lado del rostro.