Unos 2.000 ‘ratones’ de biblioteca visitan mensualmente la Bartolomé Calvo en el Centro Histórico de Cartagena. Cerca de 80.000 ejemplares de diferentes colecciones que están en decenas de anaqueles se mantienen firmes y en pie de lucha para sobrevivir a una época en la que la Internet y las redes sociales han tratado de montar su propio imperio pero no han logrado vencerlos. Por lo menos no para una joven cartagenera como Ángela Suazo, de 16 años, quien desde el pasado viernes decidió llegar a las 9:00 de la mañana con el fin de comenzar a estudiar y prepararse fuertemente de cara a las pruebas del Icfes del próximo año. Armada con lápiz, cuaderno y una tableta electrónica, toma una relación de ejercicios que resuelve con gran habilidad.
No tiene claro lo que quiere estudiar pero su mayor anhelo es darle la sorpresa a sus padres. 'Estoy empezando esta rutina pero tengo pensado venir todos los días de diciembre y enero', precisa Ángela quien no pierde la concentración de lo que está haciendo y se rompe el silencio con su voz infantil. El resto de los visitantes miran con curiosidad el que la joven estudiante y, como algunos padres en tiempos remotos, recriminan con la mirada y piden el silencio sin abrir la boca.
La biblioteca es su segundo hogar. Entre cientos de libros y consultando casi con la alegría de un niño, el profesor de la universitario Nayib Abdala Ripoll ha hecho de la biblioteca su segundo hogar. Allí llega huyéndole algunas veces al bullicio de la zona donde vive y encuentra, entre tanto texto el gusto y la pasión que lo ha mantenido ligado a este lugar desde que era joven. Es docente de la facultad de Filosofía y del Departamento de Humanidades y para nada le incomoda que le digan que es un ratón de biblioteca; por el contrario, señala que se siente orgulloso. 'En realidad para mí es una forma muy decente de decirle a uno que se la pasa estudiando y formándose'.