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Por los delitos de trata de personas, concierto para delinquir e inducción a la prostitución, la jueza segunda penal ambulante con funciones de control de garantías, Carmenza Eljach, decidió dictar medida de aseguramiento privativa de la libertad en centro carcelario a Liliana del Carmen Campos Puello, conocida como ‘La Madame’, quien fue capturada el pasado fin de semana en el marco de la Operación Vesta I adelantada contra el proxenetismo en esta capital por parte de la Fiscalía, la Dijín y Migración Colombia.

La audiencia de solicitud de medida de aseguramiento contra Campos Puello comenzó a las 7:40 de la mañana de ayer. Acompañada por cinco agentes de la policía arribó a esa hora a las instalaciones del complejo judicial procedente de la estación de Chambacú. La detenida apareció esposada.

Los dedos del ‘corazón’ de la mujer sobresalieron de sus manos haciendo un gesto obsceno particular y luego envió besos a los reporteros gráficos, mientras que su caminar fue el propio de una modelo en la pasarela, pero en esta oportunidad sus pasos se dirigieron a la sala 8, en el complejo judicial para determinar a dónde iba a ser enviada: a una cárcel o su casa.

La Fiscalía y sus argumentos

En las audiencias preliminares, la Fiscalía dejó constancia en su acervo que ‘La Madame’ administraba la red de proxenetismo que operaba en dos de sus inmuebles ubicados en Crespo y Manga, al norte de la ciudad, donde las mujeres eran, según el ente investigador, sometidas y vigiladas con cámaras de seguridad.

El modus operandi de la red, expuso la Fiscalía, se fundamentaba en la búsqueda de 'mujeres en las zonas o barrios vulnerables de la ciudad para ser trasladadas en yates a la zona insular de Cartagena donde asistían a fiestas y bacanales en donde se consumía alcohol y drogas'. De igual manera, asegura la Fiscalía, se contaba con el contacto de personas en los Estados Unidos para acordar fiestas para extranjeros, en lugares como las Bahamas, entre otros.

Según las investigaciones, está claro que de esta organización dedicada al crimen hacían parte, entre otros, el esposo de Campos Puello, David Robles, dos personas que hacían las veces de capitanes de yates y un extranjero que tenía como función servir de traductor con las jóvenes y los clientes.

Para la Fiscalía está claro que el delito más grave que se le imputa a la sindicada sería la trata de personas, pues era ella quien hacía de las mujeres una mercancía y las que debían 'atender los deseos sexuales de los turistas que llegaban a esta capital'.

La Fiscalía cuenta entre los testimonios con el de ‘Andrea Gallego’, quien fungía como la mano derecha de ‘La Madame’. Un lío por un dinero (140 dólares) que le dieron a Andrea sería el comienzo de una puja que terminó de mala manera.

Dentro de los 70 mil audios interceptados, se cuenta, según la Fiscalía, con indicaciones y órdenes que la mujer le daba a sus mujeres y les decía cómo comportarse al ingreso de otros países. Se logró establecer que Campos Puello contaba con abogados en Miami, Panamá y México, listos para ir a ‘rescatar’ a alguna de sus ‘chicas’ que tuviera líos jurídicos.

El fallo de la juez

A las 3:30 de la tarde ‘La Madame’ decidió salir de la sala argumentando no soportar ni tolerar algunos de los delitos que le imputaban. Acompañada de dos custodios de la Dijín fue trasladada a los calabozos del complejo judicial.

La jueza Eljach valoró las pruebas presentadas y expuestas por la Fiscalía. Aseguró que se abstenía de dar algún beneficio como la casa por cárcel teniendo en cuenta que desde su residencia podía seguir delinquiendo. La sindicada fue enviada a la cárcel de San Diego en medio de un impresionante esquema y un sinnúmero de personas que aguardaban su salida.

Por su parte, su abogado, Andrés Sánchez, precisó que la Fiscalía no demostró a cabalidad los delitos imputados y destacó que su clienta era una especie de ‘comisionista’ que facilitaba los contactos para que mujeres, mayores de edad y en plena voluntad, ejercieran la prostitución. 

Sánchez también denunció que policías intentaron tocar de manera abusiva el cuerpo de la mujer cuando se bañaba, en la estación de Chambacú.