La cultura de la muerte en Cartagena se vive de una manera diferente a la de otras ciudades de la Región Caribe, en la que los difuntos y los camposantos son terrenos ‘intocables’ y ‘sagrados’ que evocan la paz y la tranquilidad de los que pasaron a mejor vida.
Todo lo contrario ocurre en la Heroica, en donde la mayoría de cementerios de los barrios más pobres parecen más bien galerías de arte popular, que combinan lo extravagante con lo espeluznante.
Algunos, lejos de ser oscuros y con atmósfera de tristeza, son tan coloridos que parecen pequeños jardines improvisados de naturaleza muerta: hermosas flores plásticas que evocan la vida en territorio de la muerte. Otros se asemejan a lugares terroríficos que bien podrían ser escenario de una película de terror. Y el claro ejemplo del olvido al que conlleva la muerte.