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Las calles de Cartagena tienen una magia que atrapa. Un encanto que le da vida propia y que la hace el escenario perfecto para el amor y la felicidad. El romanticismo puede sentirse en el ambiente, como una fragancia que trae la brisa fresca del mar que la baña. Sus calles angostas se despliegan como estrechos brazos que nos llevan a ver una realidad que enmarca el pasado, el presente y el futuro en una sola postal. Sus casas antiguas, que parecen salidas de un cuento de época, están llenas de misterio y melancolía. Bordeados por un enigmático corral de piedras que parece haber creado Dios para preservarla por su inmensa valía. Así es Cartagena de Indias. Además, la ‘fantástica’, como la llaman propios y visitantes, enamora a todos aquellos que la visitan y que se sorprenden al ver conservadas sus numerosas casas y murallas que hacen parte del Patrimonio de la Humanidad.