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Como un ave fénix, Carmen Berdugo ha tenido en varias ocasiones que renacer de las cenizas debido a las adversidades que ha tenido que superar al dirigir la danza de relación El Imperio de las Aves. 

Desde 1983, la mujer de 73 años emprendió el que considera como el vuelo 'más importante' de su vida. 

Una de las maniobras más difíciles que ha tenido que sortear es la de lidiar con los problemas sociales que han intentado enjaular a esta manifestación cultural, pues el terreno donde ensayan los integrantes del Imperio está rodeado por aves de 'rapiña', que en el menor descuido son capaces de arrasar con lo que sea.

En la fresca y soleada mañana del 15 de enero, mientras los danzantes preparaban su baile en un sector vulnerable de Soledad, en una cuadra del barrio La Candelaria que limita con el barrio Villa Sol, al que muy pocos se atreven a entrar por miedo a lo que les puedan hacer los delincuentes, nuestra labor periodística no fue ajena al peligro que se vive en la zona.  

Tal cual como si fuésemos unas golondrinas en medio de un bandada de aves, tres ‘gavilanes’ armados irrumpieron nuestro vuelo para hurtarnos nuestros elementos de trabajo ante la mirada atónita de los miembros del Imperio de las Aves, quienes se quedaron enjaulados en la impotencia al observar cómo a quienes fuimos a cumplir una función social se nos despojó de todo el material. Pero eso sí, con la agilidad y visión de un águila, el fotógrafo Hansel Vásquez rescató la tarjeta de memoria extraíble al pedirle a uno de los ladrones que le permitiera sacarla de la cámara.

Como pudimos presenciar, en La Candelaria existen líneas imaginarias y zonas que esconden 'gavilanes' que atentan contra 'aves' que buscan volar hacia un futuro mejor por medio del arte y la cultura, pero que terminan siendo presas de esos depredadores que ponen en riesgo las manifestaciones culturales del lugar debido a la estigmatización. Esa es otra de las barreras que debe derrumbar Carmen junto a sus danzantes.