A Raúl García no le ilusiona tanto la idea de que por una noche, la calle de su edificio se atiborre de personas, disfraces, reinas, bailarines y carrozas. No disfruta de la música alta que se convierte en ruido, ni en lo imposible que le resultan acciones cotidianas como sacar a pasear a su perrita Princesa o intentar cruzar la calle. La Guacherna es, entonces, un evento de Carnaval que no suele disfrutar de la misma forma que los demás.
Le gusta, eso sí, ver cómo el balcón de su apartamento, ubicado en la carrera 44#70–172, se llena de los amigos de sus hijos, a quienes puede venderle cervezas, sancocho y chuzos que hace su esposa Everlides Pérez.
'Me la gozo de otra manera y le saco ganancias. La gente se queda de pie en el balcón y disfruta de la Guacherna, así que esto termina siendo una fiesta', dice García, pensionado de 68 años que vive hace cinco en un lugar cuyo balcón es también una gradería para apreciar este espectáculo nocturno.
El balcón de la reina
Mientras unos aprovechan para hacer negocio, otros hacen fiesta. Los trabajadores de los locales del sector deciden quedarse hasta más tarde de lo habitual en sus trabajos, no para continuar con las labores, sino para quedarse con los puestos 'privilegiados'.
Mientras tanto Martha Jiménez, también habitante de un edificio con vista al Carnaval, decora su balcón e invita a familiares y amigos a una Guacherna que comienza desde un cuarto piso y que termina en el primero.
'Los invitados no caben y entonces hacemos convenios con los silleros y terminamos alquilando sillas y disfrutando en primera fila', cuenta Jiménez.
Sillas para todos
Un día antes de la gran noche de Guacherna, ya muchos de los silleros guardan sus cupos y organizan las sillas que van a alquilar al público del desfile. Es la oportunidad para vendedores ambulantes como Alejandro Bedoya, de 47 años, de tener un ingreso importante durante esta temporada. Y las ganancias comienzan esta noche.
'Hoy (ayer) en la mañana vine en un camión con 60 sillas que pondré para alquilar a la gente. Tengo todos mis permisos y nada más es mañana (hoy) empezar a acomodarlas', cuenta Bedoya, sentado justo al frente de la carrera 44 con 70, donde también dormirá para custodiar su lugar.
'Es una gran ganancia para mí y mi familia y esa es mi alegría', explica Bedoya.
Desde dentro
En el desfile, el corazón de la Guacherna, la alegría se define de otra forma. Jose Jiménez, coordinador de la modalidad de danza de Casas de Cultura, dice que bailar y dirigir mientras el público aclama y aplaude, 'es una gran emoción y responsabilidad'.
'Este es el desfile que abre las puertas del Carnaval y nuestra emoción y nervio es por demostrar la preparación y el empeño que le ponemos a esta fiesta', dice Jiménez.