Cuando ya prácticamente estamos a las puertas de la celebración del Carnaval en Barranquilla y en otras latitudes, es conveniente que le echemos una mirada al origen de esta fiesta y las motivaciones que despierta entre las personas que participan en ella.
Primero que todo, la palabra “carnaval” viene del latín “carne - levare”, que significa “abandonar la carne”, que consistía en que todos los viernes de Cuaresma la gente debía abstenerse de comer carne . Históricamente, el origen del Carnaval se remonta a las antiguas civilizaciones, a las fiestas paganas, a las celebraciones dionisiacas o la de los romanos.
Desde la perspectiva psicosocial de esta fiesta, la gente asume un comportamiento fuera de lo normal, se desinhibe y se olvida de los problemas cotidianos para darle paso a la euforia y a la informalidad, y la vestimenta está llena de colorido.
En esta celebración se quiere poner el mundo al revés, “yo es otro”, las máscaras del yo son manifestaciones del ser humano al no considerarse como una entidad inmutable, sino divisible. En el Carnaval se avanza hacia el reconocimiento de las contradicciones, valiéndose del humor y de lo grotesco. Se aprovecha el momento para expresar el descontento contra los gobernantes y la clase política y se ironizan los problemas y las situaciones sociales.
En Barranquilla, específicamente, el carnaval se convierte en un derroche de entusiasmo, se goza hasta cuando el cuerpo aguante, se da inicio a lo que se llamó la fiesta pagana, para luego, a su terminación, caemos en el recogimiento de la pasión, crucifixión y resurrección de Cristo.
Valmiro De la Hoz Cantillo