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Las Naciones Unidas definen la Cultura de Paz, “como un conjunto de valores, actitudes, comportamientos y estilos de vida que rechazan la violencia y previenen los conflictos atacando a sus raíces a través del diálogo y la negociación entre los individuos, los grupos y los estados”.

Concientizarnos sobre la necesidad de tener una cultura de No Violencia nos ayudará a forjar un país más justo, más solidario, digno, armonioso, un país libre de la guerra, conflictos, corrupción y factores negativos que afecten nuestro presente y obstruyan un futuro de prosperidad para todos.

Todos somos responsables de construir espacios para convivir en paz, somos participes de la reproducción de formas de vida y de alimentar relaciones sociales que contribuyan al fomento de ambientes armónicos, que impulsen las cualidades del ser humano en beneficio de la sociedad.

Promover una cultura de paz es hacer que los niños y los adultos comprendan y respeten la libertad, la justicia, la democracia, los derechos humanos, la tolerancia, la igualdad y la solidaridad.

Las amenazas que pesan sobre la paz revisten muchas formas distintas, desde la falta de respeto por las opiniones contrarias, por las diferencias y por el medio ambiente hasta la pobreza, el hambre, la ignorancia y la desigualdad social. La cultura de paz es una respuesta a todas esas amenazas, una búsqueda de soluciones que no pueden imponerse desde el exterior sino que han de provenir de la propia sociedad.

La importancia de la Cultura de Paz debe radicar en educar al ser humano desde su esencia, formarlo para ser un agente de paz desde cada uno de sus actos y condiciones. La construcción de una comunidad más justa y equitativa está en las manos de cada una de las personas que conformamos esta sociedad. La Paz no depende solo de la voluntad de paz sino de la voluntad de cambio.

Fomentar una verdadera cultura de paz es construir espacios de encuentro solidarios y un tiempo de relaciones humanas edificantes, donde la ofensa en el lenguaje y en las acciones sea cambiada por voces de aliento y actos de fe y esperanza hacia un futuro lleno de paz y reconciliación.

Roque Filomena