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En la mañana del domingo estuve en mi curso de zumba y en la lista de canciones escuché merengues que estuvieron en voga en mis años de universidad (1995-2000). Me acordé de los buenos tiempos, cuando sin preocupaciones solía ir a bailar con mis amigos en las discotecas de moda de Barranquilla. No sé porqué pero de repente me entro unas ganas terribles de llorar e incluso sentí que el pecho se me comprimia. Afortunadamente otro tipo de música cambio mis ideas.

Sin embargo, durante todo el día, estuvé pensando en las personas migrantes, busqué en el diccionario su definición « persona que emigra » y encontré que según la Organización Internacional para las Migraciones (OIM), « el término no está definido en el derecho internacional que, por uso común, designa a toda persona que se traslada fuera de su lugar de residencia habitual, ya sea dentro de un país o a través de una frontera internacional, de manera temporal o permanente, y por diversas razones ».

Yo entonces soy una migrante, porque dejé mi país cuando tenía 21 anos. Sin embargo, no estoy pensando en esta clase de migrate que en principio viaja por estudios y tiene la posibilidad de regresar y encontrar un buen trabajo ya que posee los recursos necesarios para ello.

Estoy pensando en esas personas que dejan su país, su familia, amigos y cultura porque se encuentran en una situación económica penible o que por razones religiosas, políticas, de guerra, u de otra índole, les toca abandonar la tierra que los vió nacer, se encuentran ilegales en el país de acogida y no tienen la oportunidad de regresar a su país de origen porque simplemente no van a encontrar nada.

Esos que trabajan largas horas, de lunes a domingo, que no tienen descanso apropriado, los que se encuentran limpiando, lavando baños, platos, cultivando o recogiendo los cultivos y toda otra clase de oficios que los nativos no quieren realizar por su penibilidad, pero que son necesarios para la economia de un país.

Estoy pensando en todos los migrantes del mundo, especialmente en los migrantes que el nuevo Presidente de Estado Unidos, Donald Trump, trata como delicuentes y persigue para enviar de regreso a sus paises de origen (sin importarle que muchos de ellos han pasado casi todo una vida en los Estados Unidos).

Si mi melancolia es grande cuando escucho los merengues y las canciones colombianas, no me imagino la de ellos y sobretodo en estos momentos de persecución.

Carola Guerrero González

carolaguerrero80@gmail.com