La disponibilidad de antídotos en los diferentes ámbitos asistenciales es un tema complejo. Factores como la poca frecuencia de presentación de una intoxicación en una zona geográfica, como ocurrió recientemente en el municipio de Puerto Colombia en donde un grupo de niños adolescentes se intoxicaron con mercurio al exponerse a este tóxico en un salón de clase, así como su costo, pueden condicionar su presencia en los puntos de asistencia y dar al traste con la urgencia de administración del antídoto, en donde a excepción de uno, en la mayoría de los centros asistenciales en donde consultaron no disponían del quelante o antídoto apropiado.
Hay que poner de presente, que a pesar de que el tratamiento de la mayor parte de los intoxicados requiere únicamente medidas sintomáticas, en un determinado grupo de intoxicaciones como en este caso, puede ser necesario utilizar unos antídotos específicos. Y en ocasiones, el tiempo transcurrido entre el contacto con el tóxico y la administración del antídoto puede condicionar la supervivencia del paciente o las secuelas que puedan ocurrir. No estoy culpando a ninguna de las instituciones, pero si poner de manifiesto la heterogeneidad en la composición de los botiquines de antídotos entre algunos hospitales y clínicas en nuestra ciudad, así como deficiencias en antídotos considerados como insustituibles.
Espero que comprendan que el objetivo del presente comentario es presentar una recomendación sobre la disponibilidad cualitativa y cuantitativa de los antídotos que deberían estar presentes en los hospitales y clínicas, en función de su nivel de complejidad asistencial, sobre todo de aquellos considerados de utilidad en el tratamiento de las intoxicaciones por contaminantes ya comunes en nuestro medio como son estos metales.
Hay una normativa estatal sobre qué antídotos y en qué cantidad deben estar presentes en los botiquines de los centros de asistencia urgente que debe ser cumplida, además, el Ministerio dispone de una guía que es con frecuencia revisada y actualizada.
No sobra recordar que unos indicadores de calidad asistencial de una institución hospitalaria no solo para el intoxicado, sino para cualquier paciente en estado crítico, es la disponibilidad y presencia de antagonistas y antídotos en el stock de urgencias. Declaro no tener conflictos de interés en relación al presente artículo.
Agustín Guerrero Salcedo