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El tiempo pareciera ser una ilusión, pasa aparentemente volando, pero deja sus improntas por doquier. Apartándonos de lo que dice la física y pasando al sentir psicológico de cada persona, podemos asegurar que a cada uno el tiempo le pesa según sus vivencias, sus experiencias, sus éxitos o sus fracasos. Quien ha logrado realizar todas sus metas, ha tenido buena salud, ha estado rodeado de amor, amistad, alegrías y éxitos, un año se pasa volando; pero para quienes han tenido problemas, enfermedades, pérdidas familiares, fracasos, despidos del trabajo, angustias y otros sinsabores, un año se convierte en una eternidad. Así vivieron el 2017 muchos compatriotas y ciudadanos del mundo.

Migrantes a montones. Miles y miles de personas se vieron obligadas a abandonar sus países de origen por las guerras, los conflictos políticos, la pobreza, enfrentándose a la búsqueda de un nuevo lugar donde vivir y realizar sus sueños. Algunas perdieron la vida en el intento, y las que lograron llegar a países más seguros y desarrollados se encontraron –a veces– con el rechazo, el desprecio y la incomprensión. “El mundo es ancho y ajeno” como bien dice el escritor peruano Ciro Alegría.

Educación, justicia social, paz, respeto por el medio ambiente y solidaridad podrían ser cinco metas muy importantes para que durante este nuevo año logremos ayudar a la construcción de un mundo mejor –digno del desarrollo científico, tecnológico y de la conciencia humanística que hemos conquistado–, un mundo del cual nadie debería verse excluido. Deseándoles a todos paz, amor y bienestar en el 2018.

Blanca Inés Prada Márquez