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Tal como estaba previsto, fueron elegidos los elegidos que con anticipación se habían montado al avión de la democracia llegando triunfantes al aeropuerto legislativo, aunque hubo varios con sorpresas que tuvieron que ser trasladados al ‘Pabellón de Quemados’, a pesar de viajar en primera clase con todas las atenciones pertinentes, con refrigerios y mermelada incluida. También hubo otros que sin sorpresa salieron victoriosos y saboreando todavía las mieles recibidas desde los viajes anteriores.

Sin embargo, es tiempo de celebrar, porque, como se había anunciado, fue un viaje cómodo, con algunos contratiempos, pero sin nubarrones que empañaran la ruta previamente trazada o modificaran el itinerario perfectamente programado, de tal forma que las grandes ganadoras fueron las aerolíneas que representan la democracia, superada solamente por la gran indiferencia del abstencionismo, que no viaja ni se anima a poner a volar la conciencia para hacer uso del derecho de elegir a quienes han de pilotear los cambios que se requieren para asegurar un mejor futuro para todos.

Así es la política de alto vuelo, no todos tienen la misma capacidad ni el estilo para capotear el mal tiempo ni saber aprovechar los momentos de cielo despejado, donde los más diestros tienen a su favor bastante horas de vuelo y siempre llegan exitosamente a su destino, otros son capaces de dirigir una fuerte caravana aérea y llegar con flotilla propia, también están aquellos que llegan con aterrizaje forzoso, pero hay otros que ni siquiera despegan su vuelo y definitivamente otros que no han dado para salir del simulador de aprendizaje para emprender verdaderamente un vuelo democrático.

Son muchas las razones para celebrar, ya que los resultados parecen que correspondieron a las expectativas, aunque el panorama no vislumbre nada distinto a lo previsto.

Roque Filomena

OBITUARIO

Despedida a Jorge Francisco

Cuando creí que estábamos superando la abrupta partida de mi hermano Alfredo Rafael, la vida nos golpea nuevamente arrancándonos de los brazos a mi hermano Jorge.

Jorge Francisco, mi amigo, mi confidente, mi ‘saca de apuro’, el que todo lo podía, el MacGyver de la familia, el famoso ‘tío fino’, como le decía mi hija Natalia, porque desde muy pequeña él con su tradicional sentido del humor, le dijo a ella que él era un hombre fino, ella una niñita le creyó y desde entonces fue su ‘tío Fino’.

Jorge, el valiente guerrero, luchó ferozmente contra la enfermedad, ganó muchas batallas, pero al final perdió la guerra y se fue, como un héroe, sacó fuerzas y vino a pasar sus últimos días con su familia, vino a despedirse y allí en la cama rodeado de Sandra, su esposa; sus hijos Jorge y Gilda; sus hermanos Raúl y yo; y mis padres, quienes golpeados por la pérdida de un segundo hijo no desfallecieron, como unos robles estuvieron acompañándolo a partir.

No sé si esto es una lección de aprendizaje en la cual debemos aceptar el hecho de dejar ir a las personas que amamos, o debemos aprender a ser más fuertes, o tenemos que aprender de la valentía de mis padres, o simplemente le tocaba partir. Cualquiera que sea la razón, esta realidad es muy dura. Me uno a los millones de personas que igual que nosotros estamos en el proceso de aceptación de un hecho irremediable y los abrazo en este terrible dolor.

Jorge, hermano mío, siempre, siempre me harás falta. Buen viaje, si puedes salúdame a Alfredo Rafael.

Un beso.

Magda Correa De Andreis
Macode38@hotmail.com