La humildad, como los buenos hábitos, hay que cultivarla, educarse en ella, aprender a ver la vida con sencillez. Esto es como viajar por el mundo con el equipaje estrictamente necesario, sin un trapo de más que estorbe y perturbe la modestia de un trajinar sin reparos ni pretensiones.
La humildad es la actitud mental opuesta al orgullo o a la arrogancia. Es una virtud que nace en el corazón y se manifiesta en la forma de hablar, de comportarse; es saber aprovechar nuestras cualidades y capacidades sin hacer alarde de ello; pero también, reconocer nuestras debilidades para entender y tratar bien a los demás.
El hecho de ser humilde es la característica que define a una persona modesta, alguien que no se cree mejor o más importante que los demás en ningún aspecto. Es la ausencia de soberbia. Como lo señaló el rey Salomón: “Donde hay soberbia, allí habrá ignorancia, más donde hay humildad habrá sabiduría”.
El orgulloso es en cambio una persona dura, generadora de desacuerdos, juzga todo y a todos, piensa que siempre tiene la razón, es arrogante y presumido. Choca con los demás, y con la realidad misma, porque su nivel de aspiraciones es superior a sus verdaderas capacidades, y aunque en realidad las tenga, le falta cordura para gobernarlas, evitando que “se le suban a la cabeza”.
En un mundo en el que priman la soberbia, las apariencias y la vanidad, la humildad se mira como una especie rara y de difícil consecución en medio de una selva urbana que todo lo absorbe y lo contamina, pero que, aun así, se mantiene a salvo gracias al escudo protector de la firmeza en la lealtad y en las buenas costumbres de convivencia social.
Se aprende a controlar el ego cuando se es humilde y somos más abiertos a la crítica y a la superación como persona, y aunque cometamos errores, no nos castigamos incesantemente por ello, más bien se detectan y se reconocen a tiempo para regresarnos a tomar el camino correcto, y de esta forma, sentirnos menos obsesionados y más comprensibles y atentos a la razón.
Cultivar la humildad tiene sus ventajas y trae grandes beneficios a nuestras relaciones interpersonales y especialmente con el Creador.
Roque Filomena