El profeta es un mensajero, intérprete de la palabra divina. El profeta ha recibido el carisma de revelación que da a conocer al hombre lo que no puede descubrir por sus propios medios.
La misión del profeta es comunicar al pueblo la palabra que Dios ha puesto en su boca; ellos son el instrumento, o sea, la boca por donde Dios habla para comunicar su voluntad a los hombres.
Algunas personas se preguntan: ¿Existen profetas hoy? ¡Claro que existen! pero ya el profetismo no consiste en salir clamando por las calles como lo hicieron los profetas del Antiguo Testamento (Amos, Jeremías y otros). Hoy día el profeta es el religioso o laico que juzga el presente y el futuro a la luz del evangelio y siente el compromiso de recordarle a la humanidad sus deberes en el campo: social, familiar y religioso. Es válido decir que el profeta es como la conciencia que habla a los hombres hoy para despertarlos, acercarnos a Dios y al prójimo.
El profeta de hoy es el que condena la injusticia, las guerras, la violencia, el secuestro, la deshonestidad, la esclavitud y a los gobernadores que despilfarran el patrimonio del pueblo.
Jesús el Gran Profeta y todo el que sigue a Cristo no puede ser indiferente ni conformista ante la injusticia, por este motivo todo el que lucha por la justicia es voz profética.
Los abusadores no resisten las denuncias del profeta y lo quitan del camino a como dé lugar, asesinándolos como ha sucedido con algunos líderes de nuestra comunidad.
Cristo profeta, sacerdote y rey, mediante el bautizo nos hace partícipes del don profético.
Neila Ordóñez Montaño