Compartir:

El tres de diciembre es la fecha en la cual se rinde tributo a todos los facultativos de la medicina, se celebra como una forma de agradecimiento y reconocimiento social a la labor de los médicos y su profesión, lo cual se agradece, pero, en el momento actual, para los profesionales colombianos no sería tanto una fecha para “celebrar” sino para reflexionar, porque no hay nada que festejar, aplaudir, solemnizar, conmemorar, elogiar, poner en los cielos.

¿Qué vamos a conmemorar?, la desvalorización de nuestra profesión médica, ¿Que vamos a solemnizar?, el mal pago a que estamos sometidos que ni siquiera percibimos el salario regularmente a fin de mes en la mayoría de las instituciones, ¿Qué vamos a elogiar y aplaudir?, que el cuerpo médico en vez de ser el principal sostén de las políticas públicas de salud, nos la viene imponiendo. Entonces, no hay nada que festejar, pero si debemos reflexionar sobre lo positivo y lo negativo que la comunidad opina sobre nosotros, aunque, pese a todo lo anterior, en mi parecer, el médico colombiano se ha desenvuelto bien, con luces y sombras, con errores y aciertos, en gran mayoría ha venido contribuyendo de manera positiva”, “Yo creo en la medicina y en los médicos, decía en una ocasión mi fallecido padre”.

El día del médico (3 de diciembre) puede servir para reflexionar y pensar qué puede mejorarse y qué no debe cambiar nunca dentro del ámbito sanitario. Que sigamos con el cumplimiento de las reglas éticas fundamentales que protegen la salud física, mental y social de las personas que requieran el saber profesional para curar o aliviar sus dolencias: La confidencialidad, es decir, el resguardo del secreto médico; la Veracidad en la información claramente requerida; el Consentimiento informado de parte del paciente o sus responsables de los riesgos y beneficios de la terapéutica propuesta por el médico; la Justicia, es decir, el trato con equidad para toda persona cualquiera fuere su condición social, sus ideas políticas, raza, religión o sexo.

Que, dentro de la práctica médica, la dignidad humana siga ocupando un lugar primordial, que esta fecha, nos sirva para reflexionar y pensar en nuestra labor, que tengamos presente el Juramento de Hipócrates que define lo que constituye la profesión médica, que aunque fue escrito en el siglo V antes de Cristo y si bien hasta la actualidad pueden haber evolucionado muchas cosas debido al enorme avance científico y tecnológico en salud, logremos que lo esencial de la práctica médica no sea modificado, que persistan los aspectos que esta profesión tan amplia y humana ofrece.

Agustín Guerrero Salcedo