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"Es un llanto inexorable que brota desde el polo norte, al que muchos llamamos lluvia. Y aun cuan irreverente sea mi dictamen, no concierne a los calabobos; sino al suplicio del planeta que clama desairado. Desde uno de sus árticos el cual se está desplomando con premura insondablemente desde Canadá hacia Siberia. O dicho desde otro angulo, les hago alusión al cambio climático. Dando esto lugar por supuesto: a la proliferación de la temperatura global, a la empedernida subida del nivel de los océanos y al incremento de fenómenos meteorológicos extremos. Si, se trata del mártir sollozo del planeta al que muchos somos incipientes. De una voz de alerta que a su vez sucumbe, en la majestuosidad del Himalaya la cual pregona su lamento hasta la cordillera de los andes. No obstante, sin dejar de lado, la cumbre más alta de Europa como lo es: "El Mont Blanc" nevado. Me refiero a ese mismo llanto irreprochable, que marchita la exuberancia de los jardines que reposan en los Montes de María. De esa cólera huracanada que devasta nuestros archipiélagos y manglares. Pero particularmente me dirijo a aquellas conciencias escuetas y sombrías, que sin escrúpulos y con insensatez. Tienen al vilo de la muerte nuestra morada inocua. ¿Sera, que, no hay desastre para un malvado y desventura para los que practican lo que es perjudicial? "

Thiago Bettin.