De antemano tengo la convicción de que es un modismo trillado; lo que para muchos no es tan elocuente concerniente a: “Pensar antes de actuar”. Sin embargo, por muy simple que parezca no lo es. Puesto que uno de los contratiempos más grandes del ser humano es indiscutiblemente filosofar. Por consiguiente, sabemos que vivimos en una sociedad ostentosa donde el factor dinero exilia los valores conservadores a la caja menor. Y ese es cabalmente el flagelo que compete al calentamiento global.
En el que la actividad humana juega un papel preponderante en las emisiones de CO2, dando pie evidentemente al efecto invernadero. Donde la quema de combustibles fósiles, la alta producción de residuos, el uso excesivo de fertilizantes, y la deforestación de selvas y bosques son las principales causas de dicha calamidad.
Pero, pese a que nuestro globo terráqueo se desangra lentamente. Nos hacemos los de la vista gorda frente a sus repercusiones, las cuales nos llevan a los nocivos golpes de pecho, con relación a las sequías, huracanes, el hambre y la pobreza. Aunque en lo personal difiero, que no existe pobreza absoluta, sino pobreza mal administrada arraigada a la ironía; de aquella cuerda que ata nuestras manos la venda que ciega nuestros ojos.
Esa misma que en consideración a los prejuicios han desatado otro infortunio, el cual pasó a ser el epilogo del presente artículo: “El hombre ha dominado al hombre para su propio mal”.
Santiago Bettin RodrÍguez