Hemos vivido a la sombra del pensamiento europeo desde que llegaron los primeros a nuestro paraíso terrenal, hace más de 500 años. Esto nos ha hecho ser una nación sin criterios propios, sin una personalidad formada, sino siempre buscando aceptación o seguridad en los que creemos que son modelos de progreso. Hoy nos damos cuenta de todo lo que hemos perdido por no parar a reflexionar sobre lo que verdaderamente somos y buscamos.
Llegaron los españoles con su mentalidad excluyente y con un ideal de hombre occidental que no aceptaba alteraciones, y eso fue lo que aprendimos. Aprendimos que había un molde de privilegios en el que solo cabían unos cuantos, entonces los que quedaban por fuera, como por una suerte macabra de la vida, simplemente tenían que asumir su inferioridad. Poco a poco estos grupos marginales (indígenas, afros, mujeres, clases bajas, entre otros) fueron despertando y dándose cuenta de que esto no tenía que ser así, fueron equipándose de rabia y coraje para luchar por un molde amplio en el que todo podamos entrar.
También aprendimos de los españoles invasores, que la violencia es un medio válido para conseguir el fin. Aprendimos que hay que obligar a los “salvajes” y “desadaptados”, usando la fuerza, a que se dejen “conquistar” porque se cree que son demasiado inferiores y brutos para entender o para saber qué es lo que necesitan. Así, entonces, terminan por ser víctimas los “opresores” y culpables los “conquistados” por no dejarse inculcar lo que para los españoles era el verdadero alimento (catolicismo, propiedad privada, división de razas, etc.).
Hoy en día vemos que las cosas no han cambiado tanto. No hemos podido, o querido, desaprender lo que nos inculcaron los conquistadores y por esto hemos perdido nuestra memoria; que es lo que nos une, lo que se encuentra debajo de todo el racismo y lógica colonial que no nos deja vernos con ojos fraternales. Solo cambiando el significado que tenemos de progreso vamos a poder avanzar sinceramente. Solo abriendo campo para todos en ese molde estrecho de privilegios podremos salir de este Alzheimer comunal y comenzar a tener conversaciones críticas sin ser violentas con ningún grupo, solo así la paz no será una fantasía lejana.
Creo en nuestro futuro. Creo que los jóvenes comenzamos a entender la importancia de un pueblo unido. Creo que la educación cada vez más se acerca a un recordar de manera crítica. Creo que cada vez más estiramos el molde.
Shadia Abuchaibe