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Nuestro Congreso por estos días ha hundido la moción de censura que promovió la oposición contra el ministro de Defensa, Diego Molano, con el argumento de que este ministro era el responsable político de los abusos cometidos por la policía en la protesta social, por estar implementando la asistencia militar en estas movilizaciones y por la violación que se está haciendo de los derechos humanos.

Esta propuesta de censura tuvo en el recinto congresional una votación mayoritaria a favor de este alto funcionario, que había sido convocada por 18 congresistas que adelantaron este debate sin éxito alguno.

Recordemos que hace algunos escasos años, se había promovido otra moción de censura promovida por el Senador Enrique Robledo Contra el hoy tristemente célebre exministro de Hacienda, Alberto Carrasquilla por el sonado caso de los Bonos de Agua que corrió la misma suerte del anterior.

Este mecanismo de control político tuvo su origen en la Constitución de 1991, con lo que se busca que los ministros rindan cuenta de sus actuaciones y que debe ser propuesta por la décima parte del Senado y la Cámara, con la aprobación absoluta de sus miembros y en caso de que esa moción sea acogida el ministro queda inmediatamente separado del cargo.

Como ya se sabe ampliamente en Colombia, esta figura constitucional nunca se ha aplicado, nunca ha prosperado, por la sencilla razón que para tener éxito debe contar con las mayorías absolutas de ambas Cámaras que son las que siempre por lo regular son plegables al gobierno de turno, poniendo éste en práctica la entrega de mermelada cuando hayan congresistas remisos a apoyarlo, por lo que podemos decir sin temor a equivocarnos que la moción de censura en este país es un saludo a la bandera.

Valmiro De La Hoz Cantillo