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Hace pocos minutos termino la santa misa que programo el episcopado colombiano en la ciudad de Bogotá y en la cual se renueva que nuestro país Colombia está consagrado al corazón inmaculado de Jesús. En ella participaron toda las Arquidiócesis y diócesis de nuestro país, con lo cual se demostró que toda la iglesia Católica está unida y está pidiendo por la convivencia, reconciliación y la paz del pueblo colombiano.

Desde el pasado 28 de abril, cuando comenzó el paro nacional, se han realizado miles de manifestaciones y marchas pacíficas, pero muchas han terminado en: actos vandálicos, saqueos e incendios, y se ha producido el mayor desastre económico por el bloqueo de las vías y que todavía en el día de hoy persiste. Así hayan sido garantes la conferencia episcopal Colombiana y mediación de muchos gobernadores y alcaldes como el de la ciudad Santiago de Cali, el Dr. Jorge Ospina y el alcalde de Medellín Dr. Daniel Quintero y la presencia y verificación de la comisión ínter americana de derechos humanos (CIDH).

A mí me hubiera gustado que en la celebración de esa santa misa, se hubieran invitado a los miembros del Gobierno nacional y a los miembros del comité del paro nacional e incluido muchos jóvenes de cada una de las regiones, que están participando en el paro y que ese comité nacional no los representa, ya que cada uno de estos jóvenes tienen sus propias iniciativas, proyectos, anhelos, ideales e idiosincrasia propia de sus regiones.

Yo espero que desde ahora en adelante toda las arquidiócesis y diócesis, catedrales e iglesias católicas con sus respectivos vicarios, obispos, sacerdotes, monjas, catequistas y a coritos, se conviertan en gestores de paz y se trasladen a todos los sitios donde se están desarrollando estas manifestaciones y bloqueo de vías, e intervenir y buscar soluciones para los miles de jóvenes.

Obdulio Antonio Julio García