Compartir:

Desde cuando se posesionó por segunda vez Donald Trump como presidente de los Estados Unidos el pasado 25 de enero, la política exterior e interna de ese país ha tenido un vuelco radical cuyos resultados están por verse con el correr de los días.

Por la pujanza que esa nación ha tenido en su desarrollo económico, industrial, comercial, de los niveles en educación universitaria y tecnológica, de su vasta influencia geopolítica, del poder del dólar y su riqueza ha servido de acicate y seducción para que muchas personas del planeta, entre ellos los latinos, hayan migrado a ese país provenientes de otros países con condiciones económicas precarias, buscando afanosamente el sueño americano que le asegure un devenir más seguro y próspero.

En ese proceso migratorio que por lo regular lo hacen de forma irregulas es lo que le ha servido a Donald Trump para haber desatado una cacería de bruja sobre los emigrantes, deportándolos a su países en condiciones indignantes y con el calificativo de que son delincuentes sin que se le dé la oportunidad mediante un juicio de demostrar lo contrario.

En la continuidad de su política les ha declarado duras medidas arancelarias a muchos países, que según él se están favoreciendo en la balanza comercial a costa de los Estados Unidos y que lo que busca es que su país vuelva a la riqueza que ha ido perdiendo y que para alivio de esta confrontación comercial aplazo por 90 días esta medida, con el fin de llegar a un arreglo con las naciones afectadas, con excepción de la China, país al cual no está en sus afectos.

En los lineamientos de su estrategia y en el poco tiempo de estar gobernando, sin ambages ha manifestado si propósito de anexarse el canal de Panamá, la isla de Groenlandia, de convertir la zona de Gaza en un resort y hasta de cambiar el nombre del golfo de México por el Golfo de América, aduciendo que lo hace por razones de seguridad.

En presencia de este escenario, muchos se preguntan qué es lo que le está sucediendo a Trump, si es un loco de atar, a lo que yo digo sin descartar esa patología, que los ideales, las teorías que él ha abrazado están inspiradas en su deseo de reafirmar el poder imperial que siempre ha tenido su país, de ahí que el nacionalismo, la supremacía son los principios que abandera enhiesto, que ninguna otra nación se le puede igualar a la suya y que con la teoría del destino manifiesto que considera que su nación ha sido elegida por Dios para expandirse globalmente y anexarse las tierras que caprichosamente quiera.

Valmiro De la Hoz