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Definitivamente estos cuatro meses del gobierno de Iván Duque no han transcurrido con la mayor fluidez y no ha habido química en su relación con el Congreso de la República. Sus propuestas, sus iniciativas y sus proyectos que han sido presentados ante este órgano no han tenido la debida receptividad que él esperaba y con la quería poner en marcha su plan de gobierno en este cuatrienio.

La referida reforma tributaria, o Ley de Financiamiento, con la que quería recaudar $14 billones y que incluía la ampliación del IVA a la canasta familiar, ya no va ser lo que inicialmente pretendía el gobierno, porque el recaudo va ser menor y la canasta familiar no se va ver afectada por este gravamen, lo que despertó la indignación de los congresistas y en general de los colombianos.

Por estos días se hundió la reforma a la justicia, que era la columna vertebral del gobierno de Duque y con la que se quería desaparecer el Consejo Superior de la Judicatura y hacerle unos ajustes a la acción de tutela, que tuvo un entierro de segunda en ese recinto.

Por último y cuando ya creíamos que el proyecto a la reforma a la política se iba hundir también, para sorpresa de muchos sobrevivió y logró salvarse a última hora en una atípica sesión celebrada el pasado domingo. Vistas así las cosas, para los colombianos ha quedado claro que después del anterior escenario para gobernar en este país se requiere que se le dé representación y participación a los partidos políticos en el gabinete y se entregue una buena porción de mermelada para que los proyectos puedan caminar según los deseos del gobierno.

!Qué hacemos, este la forma de hacer política en Colombia!

Valmiro de la Hoz Cantillo