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Curioso rompecabezas del cual conocemos muy bien su inventor: Erno Rubik; de quien según, podemos leer en Google, gastó meses armándolo. Le creo porque es posible, en algún momento realizar, por casualidad, los movimientos acertados. Pero dudo que sea el quien deja para la posteridad, una explicación de la forma rápida para lograrlo, que usan quienes lo arman en segundos. En algún momento, hace como 10 años, también lo armé siguiendo las normas que alguien me aconsejó; no sé si serán las mismas que ahora pude encontrar en internet, cuando últimamente me volví a interesar por el rompecabezas; por curiosidad las busqué y las encontré; pero no me parecieron fáciles de entender y de aplicar, como las que usé cuando en otro momento lo armé y que conservaba cuidadosamente; pero que ahora después de una prolongada ausencia del país, no las pude encontrar; por eso ni las leí. Además, mi propósito en este momento era otro: armar el cubo, pero sin seguir pautas. Me le dediqué varias semanas, sin rendirme, pero sin éxito.

Estaba ya cansado cuando se me presentó la oportunidad de ver cumplido mi viejo sueño: ver las seis caras del cubo, completamente ordenadas. Quiero hacer partícipes a todos los lectores de la fórmula lógica, que descubrí, para lograrlo: Si yo estaba cansado de mover las fichas, posiblemente el cubo estaba más cansado de que se las movieran; y en algún momento se me desbarató por completo. Fue entonces cuando me propuse reordenarlo; antes de una hora lo logré, trabajando ante la mirada curiosa de los testigos de su desbarajuste, con quienes me puse de acuerdo para ofrecerlo como obsequio al hijo, testigo de mi loca dedicación, que ese día terminaba y que en ese momento estaba ausente, como regalo de su cumpleaños que ese día celebraba.

Carlos Alberto Hernandez García