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Como punto de partida iniciare pidiendo disculpas. Si, hiero los sentimentalismos; que naufragan en la laguna de sangre, que reposan en la percepción de la gran mayoría. Como segunda medida, sin que lo expresado con anterioridad sirva de impedimento alguno. Mi único objetivo con este escrito, es el: “despertar de la conciencia” para muchos el verano es sinónimo de vacaciones, diversión, paseos y deportes al aire libre. Para disfrutar del sol y ¡porque!, no. De dejarse enamorar del coqueteo de las mariposas. Pero, en cuanto a los olvidados riñones del planeta, cuando el verano se avecina. Estos pasan a ser pieza clave e imprescindibles para afrontar las sequías. O en términos mas concisos me refiero a los humedales. Considerando de que son los encargados de purificar el agua filtrando sus contaminantes. Además, de abastecer los acuíferos de los que dependemos para el consumo humano. Por otro lado, nos protegen de las inminentes amenazas de inundaciones en las costas y en los ríos. Sin escatimar de los mismo, que son el hogar de una asombrosa biodiversidad. Si bien, la humanidad atada a la terquedad persiste, insiste y no desiste en profanarlos. Particularmente con el aumento de la agricultura y el pastoreo. La desviación de agua mediante represas, diques y canalizaciones. Sumando a este flagelo la polución del aire y el exceso de nutrientes. “No lo que entra por la boca contamina al hombre. Pero lo que procede del corazón, eso es lo que contamina al hombre”.

Thiago Bettin.