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En enero de 2018, habíamos dicho en esta misma sección: “Con la reforma política del presidente Carlos Lleras Restrepo en 1968, nacen formalmente los auxilios parlamentarios y se establece la potestad del Ejecutivo de preparar y modificar el Presupuesto General de la Nación, que debe ser aprobado por el Congreso, pero sin facultad de cambiarlo –sin el visto bueno del Ministerio de Hacienda–Esto quiere decir que el gasto público se concentró en el poder Ejecutivo, fortaleciendo el sistema presidencialista y convirtiendo los auxilios parlamentarios, tal vez sin pensarlo su creador, en una fuente natural de tráfico de influencias que motivó la creación de empresas privadas y de carteles dedicados a la contratación pública, generalmente de personas naturales o jurídicas relacionadas con congresistas.

Mientras el Poder Ejecutivo maneje la chequera a plenitud para que le sean aprobadas sus leyes y para conseguir la reelección como ha sucedido en algunos casos, será muy difícil que el Congreso desarrolle a conciencia y con autonomía su labor legislativa. Es evidente que los diez presidentes que ha tenido Colombia en los últimos cincuenta años, de una forma u otra han utilizado este mecanismo con diferentes nombres para fortalecer sus mandatos. Primero fueron los Auxilios Parlamentarios, luego los Fondos de Cofinanciación, más tarde los Recursos de Inversión Social, después las Partidas Regionales y ahora los Cupos Indicativos, más conocidos como ‘mermelada’. Ya veremos con qué apelativo bautizan a este ‘bebé milagroso’ en el próximo gobierno o por el contrario, si mediante un Acto legislativo se acaba con esta guachafita”. En adelante como podemos ver la mermelada se llamará: Inversión de Iniciativa Congresional. Lo demás son cuentos de velorio.

Samuel Muñoz Muñoz.
samuz@hotmail.es