En medio de la majestuosa ciudad, de futuristas avenidas y centros comerciales, modernos edificios y mansiones; se conserva en un rincón del barrio San Joaquín, al norte de esta capital, lo que podría considerarse el último vestigio del Viejo Valledupar. Una casa de bahareque, con enseres de hasta más de un siglo, es el patrimonio de la familia Jiménez Zuleta, que la cuida como un tesoro y la muestra como testigo de lo que fue esta provincia del Magdalena Grande.
No solo está la estructura hecha a pulso por José Benito Jiménez, un campesino raizal de esta tierra, ya fallecido, que la levantó para su mujer y sus hijos, con barro, varitas de haya, parales de puy, tejas de cemento y vigas de carreto; también están plasmadas las costumbres hogareñas de los ancestros en los utensilios que se encuentran al interior, y que en una especie de museo se enseñan a propios y visitantes, a las presentes y futuras generaciones, para que conozcan y conserven las raíces de un pueblo de estirpe rural.
'..Ya no hay casitas de bahareque/se llena el Valle más de luces/no venden arepitas, queques, merengue, chiricana y dulces…'
Es el nostálgico coro del paseo vallenato Nació mi Poesía, de la autoría de Fernando Dangond Castro, evidenciando cómo han ido desapareciendo con el crecimiento de Valledupar y su modernismo, estas viviendas que marcaron la ‘arquitectura’ criolla y las tradiciones hasta en la gastronomía.
También se ha ido desvaneciendo el anhelo del compositor Rodolfo Bolaño, en su canto al Viejo Valledupar queriéndolo ver cómo fue 'ayer típico y colonial'. Pero como resistiéndose a que se pierda en la historia este origen, los Jiménez se han encargado de mantener vigente lo que fue su hogar cuando niños y las costumbres y utensilios que heredaron de sus padres, abuelos y tatarabuelos.
Juana Cecilia Jiménez Zuleta es la cuarta hija de Bernarda Zuleta y José Benito. Ella cuenta la historia de la casa que fue construida hace 51 años. Dice que su padre cortó la madera, trajo agua de una acequia y cavó un pozo para sacar barro y darle forma a la vivienda en un lote que compró por tres mil pesos, de una plata que se ganó cultivando yuca, frutas y verduras. 'Aquí nacimos y nos criamos', señala la mujer que como una guía hace un recorrido por el inmueble mostrando toda la riqueza costumbrista que conserva.
El legado familiar
La misma casa en sí es una reliquia; pero más lo son los muebles y elementos que tiene adentro. En la sala hay un radio de 57 años, un televisor de 1975; un aguamanil, que hacía las veces de lavamanos, y que utilizaban para atender las visitas, especialmente a los médicos, que acostumbraban antes a visitar los pacientes en las viviendas y hacían trabajos de parto. En las paredes están viejas fotografías, una de Santo Ecce-Homo, de 1940; otra de la iglesia Inmaculada Concepción, una misa al Patrono de hace más de 70 años, del sector de Cinco Esquinas; del primer Obispo de Valledupar, Monseñor Vicente Roig y Villalba, que está sepultado en la Catedral, la torre del convento, la cárcel del Mamón, que estaba donde hoy funciona la Casa de la Cultura y hay imágenes de misioneros capuchinos.
También cuenta con réplicas en artesanías, hechas por su hermano Carlos Zuleta, del bohío indígena, las chocitas y el campanario de San Sebastián. En otro de los muros de barro está el primer vestido de piloneras, y una muestra de la vestimenta de las indias, del Cacique, de la guardia española, mochilas, el casquete indígena y las flechas que se usan en la representación de la Leyenda Vallenata.
Además tiene taburetes, la caja original de cuero, y las primeras guacharacas que medían un metro y que para tocarla se usaban las quijadas de animales, y que por su tamaño, el músico debía apoyarla en un banco de madera. Y en otra de las paredes, las fotos de José Benito y Bernarda.
Continúa con un calabazo que lo usaban en las fincas y hacían las veces de tinajas, iban a los arroyos, los llenaban y servía para tener agua potable para consumo. El tinajero tiene 68 años, un baúl del mismo tiempo y una bicicleta de los años 60 heredada del tío materno, Juan Enrique Zuleta.