Compartir:

*Textos y fotos: Néstor De Ávila

El poporo es un elemento importante de identidad en la comunidad arhuaca. Cuando un indígena en edad joven lo recibe, indica que ya entra al círculo de hombres con experiencia. Es un calabazo seco en cuyo interior se guarda un polvo de conchas de mar que se mezcla con las hojas de coca, el cual llevan a sus bocas para sacarle poco a poco sus jugos. Del interior del calabazo recogen el polvo de las conchas, utilizando un madero, y lo mezclan con las hojas mojadas en sus cachetes, luego restriegan esa combinación mojada con saliva en la parte superior del calabazo. El poporo es señal de madurez y responsabilidad, reflexión y conocimiento.

Cada hombre lleva consigo una mochila con hojas de coca, que mastican para conseguir un efecto ligeramente estimulante. Cuando dos hombres se encuentran, se intercambian un puñado de hojas como señal de respeto mutuo.

Así como el poporo identifica a los hombres, tejer mochilas se convierte en una actividad femenina. Las mujeres tejen todos los días. Desde muy temprana edad, se ven las niñas con su madeja y sus agujas ensayando sus primeras puntadas y elaborando sus primeras mochilas, de la mano de sus madres o de sus hermanas mayores.

Los materiales con que se tejen las mochilas arhuacas son de colores tierra, gama de marrones, beige, escala de grises y negro. Las mochilas generalmente llevan dibujos o representaciones indígenas de animales y otros objetos de la cosmogonía, la cosmovisión y la cotidianidad arhuaca.

Los materiales utilizados para su elaboración son el algodón, la lana y el fique. El algodón y el fique son los materiales usados desde los remotos tiempos de los orígenes, mientras que la lana es introducida por los misioneros católicos llegados a la Sierra, sobre todo a finales del siglo XVIII, cuando se funda en pleno territorio arhuaco lo que hoy se conoce como Nabusímake, capital sagrada de esta etnia.